El gran fraude del tren de alta velocidad

«Me habría encantado poder venir en tren», explicó ayer el presidente de Orkestra, el donostiarra Iván Marten, en una conferencia que impartió en la Euskal Etxea de Madrid. Ese mismo día se confirmaba el enésimo retraso de la Y vasca, hasta al menos 2028. Hay que recordar, como suele evocar Manu Alvarez, que se trata de un proyecto del que se habla desde al menos 1989.


Contrasta la tranquilidad con la que se construye el tren de alta velocidad hacia Euskadi con lo que ocurría en otros tiempos. El ferrocarril de La Robla, que con 335 kilómetros une Balmaseda con la localidad leonesa del mismo nombre, otrora origen de gran parte del carbón que se quemaba en los altos hornos de Bizkaia, se inauguró en 1894, tras cuatro años de trabajos. Sí, 48 meses.

Los 20 millones de pesetas invertidos los pusieron los Ustaran, Gandarias, Allende, Urien, Aresti, Ampuero, López de Lerena, Echevarría o Epalza y otros accionistas anónimos, ya que esta empresa estuvo cotizando en bolsa. Y hay que recordar que las mediciones sobre el terreno se hacían de forma manual, el transporte del material se efectuaba muchas veces con burros y las excavaciones se efectuaban con material de la época, incluidos el pico y la pala.

Así que lo que tenemos ahora en la Y Vasca y su conexión con Burgos es o bien un gigantesco fraude o bien una muestra de la absoluta incapacidad de nuestras instituciones. Aunque se está extendiendo el segundo argumento, que no deja en buen lugar a los políticos, hace años que llegué a la conclusión de que lo que ocurre es más bien lo primero: nos están engañando.

Sabido es que Bildu no quiere unir Madrid con Euskadi por tren, un lujo que en palabras de alguno de sus líderes solo utilizarían los empresarios o los que van a consumir shows teatrales. Pero más difícil de entender resulta que el PNV tampoco lo quiera, aunque lo haga sin levantar mucho la voz.

Y es que si el partido jeltzale realmente hubiera querido un tren de alta velocidad en Euskadi, dado su constante e indiscutible poder de negociación con Madrid, estoy convencido de que lo habríamos tenido antes que los sevillanos. No haber metido este tema en la agenda o, lo que es peor, decir que se ha introducido y luego aceptar que no se cumplan los acuerdos es indicación de un evidente desinterés.

Hoy todas las ciudades relevantes del Estado están conectadas con trenes de alta velocidad, salvo las vascas. Es cierto que nuestra orografía no ayuda y que ETA ha puesto todas las trabas posibles, pero el retraso es tal que demuestra que hay algo más que incompetencia, que es algo buscado.

Quizás el PNV está esperando a que Francia una Burdeos con Hendaia, cosa que probablemente no ocurrirá nunca, para que no parezca que la Y vasca solo sirve para conectarnos con Madrid. O quizás es algo tan simple como que no le interesa hacer algo que le puede hacer perder votos por la izquierda.

Igual que ocurrió con la autovía de Leizaran, que generaba rechazo entre los más navarristas, los que no quieren saber nada de Vascongadas, a los más abertzales no les seduce unir Euskadi con España. Creen que la colonización cultural va a ser mayor si cabe y probablemente olvidan que económicamente los flujos son más bien en sentido contrario.

Mientras tanto, los diputados vascos, incluidos los más ecologistas, seguirán usando el avión para ir al Congreso. Y la ruta de Alsa Madrid-Bilbao se mantendrá en lo más alto del ránking de las más rentables de todas las que operan en España y probablemente en Europa.

En la alta velocidad ferroviaria ocurre lo mismo que en las energías renovables, un campo en el que Euskadi es líder mundial en tecnología y fabricación pese a que se resiste a plantar molinos en sus montes. Fabricamos gran parte de los trenes de alta velocidad que se usan en Europa pero no somos capaces de trazar infraestructuras para utilizarlos nosotros mismos.

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