La revolución de las startups cleantech que nos viene

bidelekInternet está alterando poco a poco todo el panorama económico tradicional. Empezó cargándose a gran parte de las empresas de contenidos (medios, música), siguió con el mundo de los viajes (agencias, hoteles) y ahora está en pleno proceso de cambio del mundo de la banca de la mano de las startups fintech. ¿Cuál será el siguiente sector? A mi juicio, el de la energía tiene muchos puntos. De hecho, Google es una de las empresas que más está invirtiendo en lo que se denomina «cleantech» (tecnologías de energías limpias).


Lo que está ocurriendo, de una manera todavía muy solapada, es que se están desarrollando una serie de nuevas tecnologías que pueden poner patas arriba tanto a la generación como la distribución y comercialización de energía. Quizás lo único que está ralentizando el desarrollo es que se trata de un sector muy regulado y donde los políticos todavía mandan mucho, lo que también explica por qué las puertas giratorias funcionan tan bien con las grandes eléctricas. Y es que la energía es esencial para la vida moderna y su consumo no para de crecer en todo el mundo.

Estas son las principales innovaciones que van a revolucionar el sector:
– Baterías de mayor duración y menor precio que pueden llegar a utilizarse para almacenar energía cuando su consumo es más barato.
– Smart grids, un concepto muy amplio que se basa en introducir la informática y las telecomunicaciones en toda la red eléctrica con el fin de optimizar producción y consumo y, sobre todo, de hacerla bidereccional. El consumidor dejará pronto de ser un mero espectador que enciende y apaga aparatos y paga facturas.
– Renovables cada día más baratas. Se puede afirmar con rotundidad que hoy el coste de la energía solar es inferior al precio de mercado de la electricidad, lo que abre un abanico de posibilidades gigantescas de las que ya se están aprovechando muchas startups.

Las baterías y las renovables son quizás los dos ámbitos más conocidos, porque se habla de ellas con profusión en los medios convencionales. Sirvan los siguientes apuntes para dejar constancia de lo que está ocurriendo:

– Elon Musk, el empresario que está detrás del coche Tesla, está a punto de lanzar al mercado una batería de uso doméstico, Powerwall, que irá incrustada en la pared, se recargará mediante paneles solares y costará 3.000 dólares. Es evidentemente clave para lograr la independencia energética de cualquier domicilio en cuanto permite aprovechar la energía del sol a todas horas. Hay otras startups desarrollando baterías de este tipo, como Primus Power, Aquion o Amprius, sin dejar de mencionar al sistema de almacenamiento alimentado por orina humana que está financiando Bill Gates. Tampoco hay que olvidar que la vasca Cegasa estaba desarrollando baterías de nueva generación que ahora pretende continuar una firma de nueva creación.

– La transmisión de energía inalámbrica es ya una realidad, lo que también da una idea de lo fácil que va a ser recargar cualquier aparato en cualquier sitio en que nos encontremos (véase lo que hace la startup WiTricity). Es muy posible que la recarga de energía sea pronto un servicio tan ubicuo como hoy lo es la conexión a Internet. Igual que tenemos proveedores de Internet fijos y móviles, pronto tendremos ambos tipos de empresas para la electricidad.

– La cotización de Gamesa se ha multiplicado por 12 en los últimos tres años, marcando con diferencia el máximo en la Bolsa española. El sector de las energías renovables sufrió un boom entre 2004 y 2011 en España (el número de plantas se triplicó) y padeció posteriormente las consecuencias de un exceso de oferta y la eliminación de ciertos incentivos, lo que llevó a la quiebra a muchas empresas (por ejemplo, Albiasa o Gorosabel) y a la supresión de proyectos por parte de grandes compañías como Iberdrola. Ahora esta otra vez viviendo años felices y se están beneficiando de ello especialmente aquellas compañías que, como Gamesa, han sabido posicionarse en otros países.

– El mayor interés por la energía solar está despertando el emprendimiento en este campo. Ahí están startups como la alavesa Meteo for Energy (servicios meteorológicos para maximizar la eficiencia de las plantas termosolares), la americana SunPower (producción a domicilio, invertida por Google), la finlandesa Tespack (ropa y mochilas que recargan baterías) o la americana Ubiquitous Energy (paneles solares que van camuflados en los cristales de una ventana).

– Se están multiplicando los esfuerzos (y éxitos) para producir energía de nuevas fuentes renovables. Entre las más interesantes destacan la eólica offshore, la generación con la fuerza de las olas (Iberdrola en Escocia y en Euskadi), las pilas de combustible («fuel cells») que transforman hidrógeno en electricidad (ahí están startups como Plug Power, Ballard o Fuel Cell), las carreteras que generan energía con el paso de coches (Innowattech) o incluso las aceras que hacen lo propio con el paso de peatones (Viha Concept).

Mucho más complejo es el mundo de las smart grids, pero es probablemente el que más va a transformar el sector en la medida en que introduce unas posibilidades de eficiencia productiva y de distribución que dejarán descolocados a los actores tradicionales. No se trata en principio de ninguna innovación tecnológica sino de transformar toda la red eléctrica, desde donde se produce hasta donde se consume, introduciendo informática y telecomunicaciones. Es decir, contadores inteligentes y toda una serie de instrumentos digitales conectados entre sí y de software tipo big data que se encargan de controlar lo que ocurre en el fluido y de regular quién debe producir y por dónde distribuir en cada momento.

¿Con qué fin? Fundamentalmente, para mejorar la eficiencia de todo el sistema con mayor información (y capacidad de auto-gestión) sobre lo que está ocurriendo y para dar más poder al consumidor. El problema es precisamente el último objetivo. Si las eléctricas tienen que financiar las smart grids y el resultado es que sus clientes tienen más capacidad para optimizar su uso, lo que de alguna manera estamos haciendo es desincentivar la inversión. Es decir, los propietarios de las actuales redes no tienen apenas incentivos para cambiar sus sistemas.

De ahí que gran parte de la inversión en smart grids sea pura I+D o se esté haciendo con subvenciones públicas pero sin apoyo sincero y real de las compañías eléctricas. Por si fuera poco, los contadores inteligentes que se están instalando en España no tienen conexión a Internet y tampoco se están usando para prácticamente nada. Por el momento, cara al usuario final, es como si estuvieran de adorno. Quizás las compañías los están usando para analizar patrones de consumo, tal y como especifican algunos proyectos de I+D, pero no está nada claro.

Por si alguien tenía alguna duda de lo que piensan estas empresas, debe leer con atención la argumentación del director de Automatización Tecnológica de Iberdrola, Javier Arriola, para justificar la implementación de smart grids: «En los próximos años se va a jubilar mucha gente en la compañía. Nuestra intención es sustituirlos por sistemas automáticos». Y esto es lo que afirmó poco después otro de los directivos de la eléctrica vasca, Antonio Espinosa de los Monteros: «En lo que a las redes inteligentes se refiere, vamos a cumplir estrictamente lo mandado, porque cada euro que invertimos destruye valor». En el mismo foro, Blanca Losada, de Fenosa, reconoció que las inversiones «van en contra de los operadores».

Si las redes conectadas se extienden, la producción distribuida y descentralizada de energía, generalmente renovable, podría ser una realidad, con todas las ventajas que eso entraña, incluida una lógica reducción del precio. «La generación dispersa está explotando y esto va a generar nuevos retos en cuanto al mantenimiento de la calidad, seguridad e interoperatibilidad», decía Jacques Merley, de Réseau Distribution France, en un evento celebrado el año pasado en Bilbao.

Hay que tener en cuenta que el actual sistema de distribución eléctrica se corresponde con una arquitectura basada en grandes centrales de generación desde la que se transporta el fluido hasta el punto de consumo, que juega un papel bastante pasivo. Con las smart grids, el cliente final podrá consumir y producir (y vender a la red) cuando más le convenga y las compañías podrán equilibrar producción y demanda en tiempo real.

Afortunadamente, ya están surgiendo startups que sí que van a poder ofrecer valor sobre estas infraestructuras inteligentes:

Stem. Una startup del Silicon Valley dedicada a la analítica de datos de energía que básicamente ofrece un software que es capaz de comprar por sí mismo la electricidad cuando es más barata y de almacenarla para usarla en otros momentos. Curiosamente, uno de sus socios es Iberdrola.

Noesis. Una startup basada en texas que dispone de un software que funciona en la nube para facilitar la construcción de edificios que optimicen su eficiencia energética. En este mismo ámbito se mueven otras startups de big data para la energía aplicada a la construcción como Lucid, Enertiv, Wegowise o FirstFuel.

Opower. Esta startup de Virginia ha desarrollado un interfaz que facilita información al consumidor de electricidad, incrementando de esta manera su fidelidad hacia la compañía que le proporciona el servicio.

Gridco Systems. Esta startup desarrolla soluciones dirigidas a que las eléctricas optimicen el uso de sus redes con la ayuda de sistemas de smart grid.

– La firma guipuzcoana Ceiber, gestada por Ibermática y CEI, ofrece a las empresas sistemas de ahorro de energía mediante la predicción del consumo futuro y de los precios de la electricidad. Hay que tener en cuenta que en Euskadi el 42% de la energía la consumen las industrias. En este ámbito también se sitúan la alavesa Optimitive y la vizcaína Ipartel.

– Nest. Se trata de una startup comprada por Google por 3.200 millones de dólares que ofrece termostatos para controlar el consumo doméstico desde el móvil. Otras empresas que ofrecen artilugios similares son Belkin, la alemana Tado, la letona Istabai o las vascas Wattio y Domoalert. ¿Cuánto tardará Apple en ofrecer el suyo propio?

Bidgely. Esta startup es capaz de analizar el consumo en el hogar sin necesidad de colocar aparatos especiales, como ocurre con Nest. Para ello agrega todos los datos del consumo doméstico de forma global. Plotwatt y Onzo hacen algo parecido. La francesa Wattson, por su parte, exige tomar datos manualmente.

Lo que está claro es que, al igual que está sucediendo con la propia Internet, cada vez serán más importantes los servicios que se presten a través de la red eléctrica y los propietarios de las redes serán meros testigos de lo que pasa por ellas. Luis Osés, del organismo regulador español, ve de hecho grandes sinergias entre operadores eléctricos y de telecomunicaciones y nuevas oportunidades de negocio para compañías que puedan aprovechar el diferencial de coste por la noche para revender electricidad por el día.

Y Luis María Pérez, de GE, cree que todos los actores del mercado tendrán que girar su atención hacia la seducción del cliente en comunidades online. A nadie le debería extrañar que Tesla o Google se conviertan próximamente en operadores de energía. No hay que olvidar que Google se ha hecho con una cartera de startups que incluye a Nest, SunPower o SolarCity, ésta última fundada por Elon Musk.

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