Valca, la empresa vasca que predijo lo que iba a suceder con Kodak

Estos días merece la pena visitar la exposición sobre la historia de la empresa Valca en el Archivo Histórico de Euskadi. Pese a que su desaparición es relativamente reciente, es sorprendente lo poco que se ha hablado de una compañía que sobrevivió 50 años y a la que fundió la falta de adaptación a la realidad tecnológica. Lo mismo le ocurriría a Kodak, su gran competidor, no muchos años después.


Valca (Valle del Cadagua, en relación a la ubicación de la planta en el Valle de Mena) nació en 1938 en plena Guerra Civil por iniciativa de varios empresarios vascos pro-franquistas para facilitar la construcción militar durante el conflicto bélico. Me refiero a Isidoro Delclaux, también fundador de Petronor; a Leandro José Torrontegui Ybarra, ex director de la Escuela de Ingenieros de Bilbao; a José Luis de Oriol, el fundador de Talgo; a Mateo Olaso Andechaga, ligado a los Delclaux en sus vidrieras de Llodio; y a José María Basterra Basualdo, ligado como todos los anteriores a la actual Iberdrola.

Terminada la guerra, el uso militar paso a ser civil y Valca se reconvirtió en fabricante de productos fotográficos, que se utilizaban fundamentalmente para carretes de fotos y para radiografías. En un mercado tan cerrado como el de la España franquista, la empresa creció sin prisa pero sin pausa y no le fue mal en los primeros años de la democracia, gracias a que realizó buenas campañas de publicidad. En 1991 tenía el 15% del mercado estatal de material radiográfico y el 1% del de EE.UU.

La entrada de España en la Unión Europea en 1986 atrajo a muchos de sus competidores, y especialmente la alemana Agfa. Y animó a Valca a lanzarse al exterior y especialmente a EE.UU., donde comercializaba especialmente material radiográfico. Parójicamente, es este esfuerzo de internacionalización el que generaría graves problemas de tesorería hasta finalmente hundir financieramente a la compañía.

Su suspensión de pagos se registró en 1992 y terminó con el cierre un año después. Es cierto que, de haber estado la factoría en Euskadi, habría aguantado algún año más. Pero lo habría hecho de forma artificial, puesto que el problema de fondo era la falta de innovación y excesiva dependencia de un sector que estaba llamado a digitalizarse en muy poco tiempo.

Sus principales competidores, y especialmente Kodak, han ido poco a poco abandonando este mercado, hoy copado por firmas tecnológicas. Valca murió antes por su menor capacidad financiera, pero no hay que olvidar que es precisamente en enero de 1993 cuando nace Mosaic, el primer navegador web, lo que supuso el auténtico comienzo del éxito de Internet.

Si grandes multinacionales no han podido seguir en ese mercado, es prácticamente imposible que una pequeña empresa de 250 empleados situada en una aldea de Burgos hubiera podido hacerlo. Es en cualquier caso, una de las historias industriales más atractivas de nuestro entorno, dado el grado de innovación, al menos inicial, y de marketing que alcanzó. Una vez más queda claro que Euskadi tuvo su momento en lo que al mundo de la publicidad se refiere.

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