¿Quién fue la Victoria de Victoria’s Secret?
|Estos días es noticia el desfile anual de la firma de lencería Victoria’s Secret, también conocido como el de «los ángeles de Victoria’s Secret«. Es un megaespectáculo en el que lo de menos en la presentación de una colección de ropa íntima: entradas VIP entre 10.000 y 16.000 euros, estrellas musicales actuando, unos 10 millones de espectadores por TV en EEUU y millones de visionados en Internet.
Pero ¿quién fue la Victoria que le da el nombre a la marca? ¿La mujer del fundador? ¿Algún antiguo amor? Pues no, esa mujer es nada menos que la reina Victoria, que comandó el Reino Unido en el siglo XIX. ¿Qué tiene que ver la promotora de la férrea «moral victoriana» con la lencería femenina? Pues la vergüenza por la que pasaba el fundador de Victoria’s Secret, Roy Raymond, al comprar ropa íntima para regalar a su esposa. Esas tiendas estaban pensadas para mujeres y estaban en bulliciosos centros comerciales. Raymond vió un mercado para una tienda en la que los hombres pudieran comprar lencería con empleadas discretas y una limitada selección de modelos en una decoración «seria y masculina». La madera, las moquetas, los cuadros en la pared con las prendas (en vez de tener que rebuscar en perchas), etc. le daban un «estilo victoriano» que dió nombre al establecimiento.
Era 1977 y la primera tienda de San Francisco fue un éxito inmediato. El siguiente paso fue distribuir un catálogo de venta por correo, en el que se daba una dirección falsa de Londres para darle un toque más británico. Cinco años después ya tenía seis tiendas e ingresos de seis millones de dólares. En ese momento aceptó una oferta de compra en lo que parecía un gran negocio. Muchas fuentes dicen que fue por 4 millones, pero Limited Brands especifica que compró Victoria’s Secret por un millón. Parece ser que el modelo de negocio de venta sólo a hombres no iba tan bien como al principio. Lo que está claro es que el bueno de Roy nunca imaginó que su empresa, gracias un cambio de estrategia e incorporación de otras prendas, perfumes y zapatos, llegaría a tener 1.000 tiendas y ventas de más de 6.000 millones de dólares.
Hay un final triste para esta historia que contrasta con el lujo, el glamour y las sonrisas de las exuberantes modelos: Roy Raymond fracasó una y otra vez en sus nuevas iniciativas empresariales y nunca se pudo quitar de encima la sombra de haber vendido demasiado pronto y barato. Agobiado por las deudas y deprimido, se suicidó en 1993 tirándose desde el puente Golden Gate.