Basque Industry 4.0: ¿panacea o bluff?
|La conclusión exitosa del encuentro Basque Industry 4.0 (BIND) en el Kursaal de Donostia supone el reconocimiento de tendencias tecnológicas que llevan manifestándose desde hace años, y que desde diversos medios se interpretan como una oportunidad, cuando no la única salida posible, para salir de una crisis estructural que entra ya en su noveno año. Las fórmulas del éxito para el evento fueron las mismas que en ediciones anteriores: apoyo oficial de administraciones y entes -principalmente SPRI-, participación de políticos, empresarios y, como guinda de la tarta, el speech magistral de algún experto alemán de renombre en Industria 4.0 (en este caso Gunter Beitinger, alto ejecutivo de la empresa Siemens). Y ya se sabe: lo que es bueno para Alemania, también lo tiene que ser para Euskadi.
Sin embargo, ¿es oro todo lo que reluce? En BIND hemos visto propuestas tecnológicas ambiciosas, empresas interesantes, proyectos académicos punteros, muchos estudiantes entusiasmados y una exhibición espectacular de la forma en que las tecnologías digitales pueden cambiar nuestra industria. Todo ello orientado a la optimización de plantas productivas y al ahorro de mano de obra. Pero de momento no hay ningún modelo de negocio eficaz.
Industria 4.0 es un concepto que empieza a ser criticado en su país de origen por diversos motivos. Para empezar, más que un paradigma tecnológico, similar a la web 2.0 o al cloud computing, se trata de una estrategia elaborada por el Gobierno Federal de Alemania, con el propósito de lograr que la industria europea -léase: alemana- vuelva a ser competitiva frente a unas economías emergentes que, como en el caso de China o Latinoamérica- apuestan por la producción masiva y la mano de obra barata.
Como todo lo alemán, Industria 4.0 tiende a tener más en cuenta la eficiencia productiva y la excelencia tecnológica que los aspectos comerciales y el desarrollo de nuevos mercados. Tal vez esto explica por qué Industria 4.0 -rebautizada localmente como BIND- es tan apreciada en medios oficiales vascos: nos encanta todo lo que tenga que ver con la ingeniería, los métodos de trabajo, las normas de calidad, la planificación. Pero en lo de vender, ah, eso es cosa de otros.
Basque Industry hará mucho ruido en los medios, pero mirando el tema con escepticismo podemos predecir con absoluta seguridad que no servirá para crear empleo neto, ni siquiera para conservar el existente. Lo que la industria vasca necesita no son adelantos tecnológicos que reduzcan a una fracción residual los costes de mano de obra y el consumo de materias primas, sino clientes a los que vender sus productos. En vez de peregrinar a las universidades y los centros tecnológicos de Alemania, tal vez habría sido más razonable dejarse inspirar por el concepto norteamericano de Smart Industry, que da más importancia al desarrollo de mercados y a las cadenas de valor.
A medio y largo plazo hay otros factores que limitan el alcance de Basque Industry 4.0: un poco de reflexión sobre las implicaciones y es posible que veamos cómo el Gobierno Vasco y la SPRI pierden el entusiasmo de un año para otro. La razón es simple: la automatización total que Industria 4.0 promete, mediante la conversión de maquinaria en sistemas ciberfísicos, gestionados desde las oficinas administrativas de la empresa, hace redundante a todo ese estamento de mandos intermedios y maestros industriales que forma la columna vertebral de la industria vasca. Fomentar la implantación de Industria 4.0, de manera acrítica y tal cual ha sido importada desde Alemania, es poner piedras en los engranajes del sistema vasco de Formación Profesional: ¿realmente queremos ver a operarios de torno, fresadora y CNC, formados en la Mondragón Unibertsitatea o el Instituto de la Máquina Herramienta, haciendo cola en Lanbide junto a la mano de obra no cualificada?
Esto, indudablemente, algún día llegará, por la misma fuerza de los cambios tecnológicos que están transformando el mundo. Pero que las propias instituciones de Euskadi colaboren en el proceso es una idea que me resulta extraña.
Los robots hay que pensarlos, diseñarlos, fabricarlos, instalarlos, programarlos y mantenerlos, además de venderlos.
El primero que llegue, tendrá trabajo haciendo eso. Y los que vengan detrás, o no tendrán o tendrán menos.
Y aquí, lo que importa, es quien llega primero a su área de influencia.
No has debido pensar mucho para escribir este artículo de hoy.
Probablemente quien no ha pensado mucho en lo que escribe eres tú. Para empezar, los robots ya están pensados, diseñados, fabricados, instalados, programados y mantenidos. Por Kuka, Mitsubishi y otras empresas que desde hace años marcan la pauta en el sector. Y Euskadi no es la primera que ha llegado a su area de influencia. Ni squiera ha partido.
Patxi kuidadin no te pases con las criticas a la guru Tapia que te expulsan del bachoqui
Con un poco de pasta, basta
GIOOOOOR
Saludos en GEL
Si estuviésemos en Facebook te pondría un like con una de esas caritas riéndose.
Estas palabrotas tienen siempre mucho de moda y evidentemente se usan como estandarte. Pero es verdad que los seres humanos necesitamos también que nos simplifiquen la complejidad del mundo para saber hacia dónde vamos. Y hay que reconocer que la industria camina hacia un mundo en el que habrá cada día más máquinas con control automatizado y menos personas. Y es papel de los gobiernos identificar estas tendencias y tratar de que sus empresas las apliquen antes que los demás.
Hay un campo en el que la aplicación de Industria 4.0 sí tendría sentido, y además sería interesante para la industria vasca: la rebaja de costes en la fabricación de series cortas y medias. Este es un sector de la producción industrial que produciría mucho dinero y en el que chinos y turcos no pueden entrar, porque las plantas de esos países, aunque compiten con éxito en la elaboración de repuestos, piezas de estampación, accesorios para el automóvil, etc., solo son rentables para pedidos de grandes cantidades.