Ane de Ariño y Jon Ansoleaga, dos buenos fichajes para una economía llena de nubarrones
|Me han encantado los dos fichajes que ha hecho el Gobierno Vasco para gestionar la Spri, Jon Ansoleaga, y la Dirección de Emprendimiento, Ane de Ariño, los dos departamentos que más relación tienen con las startups. Resultan especialmente importantes en un entorno económico que se está llenando de nubarrones con un capitán al mando, el consejero Mikel Jauregi, que no convence.
Jon Ansoleaga tiene amplia experiencia como consultor, especialmente en Idom e Infyde, lo que viene a demostrar que tiene la cabeza bien amueblada y capacidad de trabajo. Y la labor que ha venido haciendo al frente del clúster Build.inn solo se puede calificar como excelente, en todos los sentidos. Todos los que le conocen hablan bien de él.
Ane de Ariño, a quien conocí recientemente en la Euskal Etxea de Madrid, también es una gran profesional. Casi toda la trayectoria de esta economista de Sarriko se ha desplegado en empresas energéticas y la más reciente precisamente al frente del Area de Innovación y Emprendimiento de Repsol. Sabe cómo son las startups y cómo piensan los emprendedores.
Ambos van a tener que hacer frente a un entorno complejo. La crisis más grave es la que ya afecta a la industria automovilística. No hay que olvidar que, al margen de Mercedes, que está recortando turnos en su planta de Vitoria, en Euskadi hay fábricas de multinacionales como Michelin, Bridgestone, Tenneco o GKN y las sedes de dos de los 100 principales productores de componentes del mundo, Gestamp y CIE Automotive.
Todas estas empresas las están pasando canutas, especialmente en Alemania, aunque el que más claro ha hablado hasta ahora es el tercero en discordia, Teknia. Su CEO, el bilbaíno Javier Quesada, ha reconocido una reducción de ingresos de entre el 10 y el 16% y pérdidas operativas. La medida más inmediata: despedir trabajadores, que serán sustituidos por robots.
El problema de la automoción es fundamentalmente la adaptación al vehículo eléctrico y la competencia china. Esto último explica también la crisis del sector de las energías renovables, que en Euskadi está representado por 150 empresas, además de Gamesa.
Todavía hay más. Las tuberas Tubacex y Tubos Reunidos no terminan de salir del pozo y la última en caer ha sido la industria pesquera, que ha arrastrado consigo a la construcción naval, con Balenciaga como primera víctima.
¿Son temas puntuales? Es cierto que el consumo interno y la demanda pública van muy bien, lo que está tirando a su vez de transporte, construcción y energía. Pero Euskadi arrastra problemas estructurales graves que se reflejan en un crecimiento económico inferior al de nuestros vecinos. «Nos quedamos rezagados», sintetizó hace unos días Andrés Arizkorreta, presidente de una de las mayores empresas vascas, CAF.
Cada día es más difícil ocultar que la menor pujanza económica de Euskadi viene acompañada de un mayor protagonismo del sector público. Los economistas Daron Acemoglu y James Robinson demostraron en 2012 en su obra «Por qué fracasan los países» que el éxito de un país está muy relacionado con la capacidad de sus instituciones para ceder protagonismo a individuos y compañías.
Es decir, que la ineficiencia y escasa meritocracia de nuestras administraciones está extrayendo recursos de nuestro sector privado. En mayor medida, al menos, que nuestros vecinos. Sirva de ejemplo lo que ocurre con nuestro consejero de Industria, que ha llegado a tener la poca vergüenza de reconocer en público que es «novato».
Dicho de otra manera: que debemos excusarle su incapacidad porque solo lleva seis meses en el cargo. Como si el lehendakari no hubiera podido encontrar a alguien en Euskadi con el adecuado conocimiento de la realidad industrial vasca, tablas para hablar en público y entrega para dedicarse a su trabajo de lunes a domingo. Hasta a vestir le han tenido que enseñar: ahora lleva trajes oscuros y corbata en lugar del desenfado y los colorines que portaba al principio.
Un cargo con semejante responsabilidad viene acompañado de muchas obligaciones frente a la sociedad a la que representa. Y Jauregi por el momento no está dando la talla. Algo que ya ve incluso la prensa amiga: Carlos Etxeberri le echaba recientemente en cara en Noticias de Gipuzkoa haber subcontratado el plan industrial en lugar de tirar con el que ya estaba disponible, que apenas tenía dos años, con las convenientes adaptaciones.
«Ahora falta esa ilusión y entusiasmo por sentar las bases de un nuevo futuro para este país y seguimos inmersos en la autocomplacencia y en la inacción de aquellos que desde las instituciones públicas tienen la responsabilidad de tomar decisiones y ser audaces para plantear nuevos proyectos industriales, aún a riesgo de equivocarse. Estamos viviendo de las rentas porque hasta ahora nos ha ido bien, pero esa situación ha cambiado radicalmente y es necesario actuar con prontitud», proseguía Etxeberri.
A Jauregi, capaz de desaparecer una semana entera por Asia para inaugurar una oficina de una gestora de fondos que unos días después le hizo un corte de mangas, se le acaba el tiempo. Valga como ejemplo de su proceder una anécdota reciente. El primer informe del centro vasco de inteligencia artificial BAIC se iba a presentar en Bilbao por parte de la directora de la institución, Laura Marrón, hasta que los asesores de comunicación de Jauregi se dieron cuenta de que el consejero convenía que estuviera en dicho evento para que se le vaya conociendo.
Resultado: suspendieron y paralizaron esa presentación durante tres semanas. Todo para que pudiera estar el consejero, que apenas leyó unos párrafos que no aportaron absolutamente nada. Los nuevos fichajes, De Ariño y Ansoleaga, van a tener que trabajar muy duro para compensar la incapacidad de su jefe en medio de una tormenta económica que puede convertirse en «gota fría». Que Ansoleaga vaya a estar apoyado de Cristina Oyón también me hace ser optimista.