¿Se puede hacer negocio con la democracia?

Back to work Project 365 Day 351
Back to work Project 365 Day 351 (Photo credit: Keith Williamson)

Es evidente que la democracia no funciona correctamente y que los que viven de ella no tienen intención de modificarla. La comunicación entre gobernantes y gobernados se ha incrementado con la introducción de herramientas como Twitter pero hay todavía mucho camino por andar para romper las barreras y conseguir una verdadera participación ciudadana. Curiosamente, hay varias empresas que están intentando hacer negocio en este campo.


Su objetivo es facilitar la comunicación entre gobernantes y gobernados ganando dinero en el proceso. ¿Y cómo intentan hacerlo? Fundamentalmente, cobrando a los partidos políticos por el servicio realizado, por lo que tampoco van a solucionar el problema de fondo sino que más bien pueden agravarlo.

Paralelamente, están surgiendo iniciativas públicas que giran en torno a eso que se llama «open government», pero que pecan de los mismos problemas: tienen más que ver con el marketing político que con una verdadera comunicación ciudadano-gobierno y apenas se utilizan. Sea por su sofisticación o porque generan incredulidad (¿va un político a dejarse atizar en su propia casa?), lo cierto es que estas herramientas tampoco funcionan.

El open government es por ahora más una utopía que algo tangible. Con una excepción: la transparencia. La ingente información publicada en Internet facilita el escrutinio por parte de los ciudadanos de lo que se hace con los fondos públicos. Por eso el open data es fundamental.

Sea como fuere, creo que merece la pena repasar cuáles son las iniciativas privadas que están entrando en este campo:

mySociety, una asociación británica que está desarrollando sistemas para facilitar la participación ciudadana. Se trata de una iniciativa sin ánimo de lucro que está alcanzando un importante nivel de uso en ámbitos locales.

Change.org, una firma norteamericana que en España ha absorbido a Actuable. Es el líder del mercado en lo que a captación de campañas populares se refiere. Para apoyar una «petición» basta con tener una dirección de e-mail.

Popvox está centrado en los proyectos de ley que se tramitan en el Congreso, poniendo en manos de los ciudadanos la posibilidad de apoyarlos o rechazarlos. Su principal virtud es capacidad de verificación de las identidades.

Votifi permite a los ciudadanos reunirse en torno a temas de interés público con el fin de poder hacer llegar su opinión hasta los que deben tomar las decisiones.

Votizen. Una empresa norteamericana que permite crear redes sociales en torno a partidos. Aseguran tener 1,3 millones de usuarios. Además de trabajar para los partidos, permite a cualquier ciudadano abrir una causa con el fin de buscar apoyos, con un modelo muy similar al de Change.org.

Memeorandum. Es una iniciativa lanzada por los creadores de Techmeme, una especie de Menéame de noticias tecnológicas. Esta web agrega información relacionada con la política, con lo que en la práctica fomenta la participación.

NationBuilder. Es una empresa que ha desarrollado herramientas (de pago) para que un partido genere donaciones y grupos de apoyo. La han utilizado varios candidatos demócratas y republicanos en las primarias de EE.UU.

– El propio Facebook, cuyas páginas se pueden utilizar para defender causas, que son de alguna manera asumidas por todos los que se hacen fans de las mismas.

Como síntesis, creo que conviene indicar cuáles son los requerimientos que debe tener una buena herramienta de participación ciudadana:

– Debe permitir libremente a cualquier ciudadano hacer una propuesta con un mensaje lo más claro posible.
– Debe facilitar información en tiempo real del número de personas que se han movilizado.
– Debe tener un sistema de verificación de las identidades de la gente. El e-mail que emplea Change.org me parece insuficiente. Los fans de una página de Facebook me parecen, en este sentido, mucho más fiables.
– Debe establecer una fórmula para que los ciudadanos muestren un compromiso mayor que simplemente hacer click en un botón. Salir a la calle a manifestarse lo es y, por ahora, no he visto ninguna web que traslade esta realidad a Internet. Creo que es donde más fallan todas las herramientas.
– Debe proteger la identidad de los votantes. De hecho, este es un aspecto donde todas las empresas pueden levantar sospechas, lo que facilita la intervención de asociaciones sin ánimo de lucro.

(Actualización 11.02.13) En los últimos días se han multiplicado las quejas contra la falta de control sobre los votantes de Change.org. A raíz de una propuesta para pedir la dimisión de Rajoy, muchos usuarios han podido comprobar que alguien había votado en su nombre o que podían votar varias veces. Francisco Polo, el responsable de Change.org en España, ha respondido lo siguiente en una entrevista con Javier Gómez en la revista digital JotDown: «Nosotros, por una cuestión de equilibrio entre la usabilidad del sitio y la fiabilidad de las firmas, hemos decidido optar por este sistema, que nosotros creemos que es más sofisticado y hace la plataforma más usable». El PP ha aprovechado estos fallos para restar validez a toda la petición de dimisión de Rajoy, que califica de «fraude». Por cierto, Polo trabajó hace unos años para el PSOE como responsable de su campaña electoral online.

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