¿Hacen falta ayudas públicas para crear startups?

Solo entre los diferentes BICs que hay en Bizkaia (Ezkerraldea y Beaz) hay más personal (57, según sus memorias anuales de 2022) que startups tecnológicas se crean cada año (45,2). Su función principal es repartir unas ayudas de hasta 30.000 euros que teóricamente van destinadas a facilitar su fundación, al mismo tiempo que animan a emprender. ¿Pero realmente son necesarias?


Hay que reconocer que en Euskadi se ha impuesto a lo largo de los años una cultura de la subvención que vincula ciertas actividades económicas con su correspondiente apoyo público. De hecho, no conozco a ningún emprendedor que haya creado un proyecto tecnológico en la Comunidad Autónoma Vasca que no haya pasado previamente por un BIC, que suelen estar participados por el Gobierno Vasco y las diputaciones forales: Araba, Gipuzkoa Berrilan o los vizcaínos Ezkerraldea y Beaz.

Así, durante 2023 Spri y los BICs apoyaron 94 proyectos con más de 1,6 millones de euros a través del programa Ekintzaile. Esas ayudas van destinadas a todos los gastos relacionados con la puesta en marcha de la startup, aunque nunca cubren el 100%: prospección comercial, realización de prototipos o la propia notaría. No son las únicas subvenciones pero sí las más relevantes, fundamentalmente porque están abiertas todo el año.

¿Son necesarias para poder emprender? Hasta hace unos años sí lo eran porque apenas existían inversores como business angels o fondos que apoyaran a startups vascas. Pero la situación ha cambiado y actualmente existen recursos muy diversos al margen de las ayudas públicas. Hay business angels y hay fondos.

La prueba más palpable es el caso de ZenRows, la startup que mayor potencial tiene actualmente de Bizkaia según el Top Sifted 250, que emplea datos del Financial Times. Es una empresa creada en 2022 que ya es rentable y que consiguió, nada más nacer, atraer a un business angel inglés que puso el dinero inicial y, un año después, cerrar una ronda de 1,1 millones de euros con tres fondos internacionales.

Se da la circunstancia de que los dos fundadores de ZenRows, Aurken Bilbao y Ander Rodríguez, pidieron ayudas pero les fueron denegadas. Como conozco a uno de ellos, al que enseñamos en Alianzo precisamente a extraer datos de Internet, que es a lo que se dedica su startup, sospecho que su perfil técnico y muy reservado no les ayudó a la hora de cautivar al técnico que les atendió en Beaz.

El caso es que hoy facturan más de un millón de euros, con un crecimiento exponencial, y son rentables. Tienen unos 2.000 clientes en más de 90 países del mundo, suscritos a uno de sus productos, con lo que pagan una cuota recurrente. Algo de eso también le enseñamos en Alianzo, aunque nosotros no supimos encontrar un modelo con semejante demanda como tiene ZenRows.

¿Significa esto que las agencias tipo BIC ya no tienen sentido? Para nada. Hay muchos emprendedores que necesitan acompañamiento y un impulso inicial. Pero cada vez hay más que lo único que requieren es que en Euskadi existan empresas que generen técnicos bien preparados que hoy trabajan por cuenta ajena y mañana son capaces de montarse su propio proyecto, como Bilbao y Rodríguez. O como Isabel Liébana y Urtzi Jaureguibeitia, que estuvieron en Ludei (Jaureguibeitia también en Alianzo) antes de crear Tellmewow.

Otra clave son las relaciones internacionales, porque los proyectos más exitosos hoy nacen con ambición mundial. En el caso de ZenRows la clave estuvo en la experiencia que Aurken Bilbao tuvo en una startup británica creada por el navarro Javier Etxebeste. Allí es donde el emprendedor conoció las posibilidades que tenía el mercado al que ahora se dirige su startup. ¿Cómo se replica eso? Hay que mirar mucho más al exterior y especialmente al mundo anglosajón.

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