¿Funcionará la superapp de Elon Musk?

Aunque la estrategia de Elon Musk con Twitter (ahora X) es difusa en algunos aspectos, es evidente que el fundador de Tesla quiere llevar el producto más allá de la mera distribución de contenidos. Entra entonces en juego el término «superapp», muy conocido en Asia y América Latina, donde hay varias aplicaciones que han tenido éxito más allá de su servicio original.


Dado que Musk cofundó Paypal, tarde o temprano X va a empezar a procesar pagos, paso previo a la creación de carteras digitales que permitan guardar el patrimonio de sus usuarios. Gestionar dinero es, de hecho, el corazón de toda superapp, lo que explica por qué en la mayor parte de los países donde funcionan han nacido de la mano de bancos o neobancos.

Estos son los principales modelos:

  • Neobanco o entidad de pagos que trata de intermediar en otros servicios en los que hay transacciones monetarias. Las más conocidas son probablemente la china Alipay y la india Paytm, además de la brasileña Nubank. Las norteamericanas Paypal, Venmo y Square y la francesa Lydia siempre quisieron convertirse en superapps, aunque no parecen haber tenido excesivo éxito.
  • Startup de entrega de comida o de transporte de personas que empieza a ofrecer servicios asociados. Los casos más conocidos son los de la norteamericana Uber, la singapuresa Grab y la indonesia Gojek, que empezaron como aplicaciones de taxi, mientras la brasileña iFood y la colombiana Rappi nacieron para hacer delivery. Todas ellas ofrecen hoy pagos, envíos de todo tipo y servicios profedsionales a domicilio de entretenimiento, fitness o salud.
  • Aplicación de mensajería que amplía el catálogo de servicios que ofrece a sus usuarios. Sería el caso de Telegram o X, siguiendo el modelo de la china Wechat, que vía mini-apps ha incluido en su plataforma hasta un millón de utilidades, la mayor parte de ellas de la mano de terceros a los que cobra comisiones por cada transacción. Es probable que Meta (Facebook) tuviera esto en mente cuando compró Whatsapp, pero no se ha atrevido hasta el momento a introducir dinero en la app.

Los servicios que prestan también tienen mucho que ver con esta génesis:

  • Entrega de comida
  • Servicios a domicilio como el paseo de perros, entrenadores personales o limpieza de ropa.
  • Pagos entre particulares
  • Compartición de coche
  • Alquiler de vehículos eléctricos
  • Juegos
  • Comercio online
  • Mensajería y redes sociales

En España lo han intentado varios. Entre otros, Cabify, que llegó a lanzar una campaña de publicidad en la que insistía en que es «mucho más que una app«, y la fallida Jeff, que empezó ofreciendo recogida de ropa para lavar con el objetivo final de prestar todo tipo de servicios a domicilio.

Como es sabido, esta última startup ya ni siquiera existe. Glovo, que entrega comida preparada pero también la compra del supermercado, siempre tuvo en mente el concepto de superapp, aunque decidió centrarse en su negocio principal a través de la expansión en más ciudades para cerrar el paso a la competencia.

Pero quizás el caso más llamativo en España sea el de Repsol con Waylet, su app de pagos a través de la cual ha intentado ofrecer diversos servicios que poco tienen que ver con el repostaje de gasolina. Otro caso significativo fue el de Verse, que nació como aplicación de pagos entre particulares hasta que se le acabó el dinero y tuvo que malvenderse a la norteamericana Square, que ha terminado cerrando la aplicación incapaz de competir con Bizum, un sistema promovido por la banca precisamente para no perder cuota de mercado en el mundo de los pagos.

¿Y por qué funcionan las superapps en unos países mientras en otros no lo hacen? Da la sensación de que su éxito solo es posible en aquellos países que tienen ecosistemas digitales poco desarrollados o bien muy controlados. En los mercados más maduros, donde hay aplicaciones especializadas bien posicionadas, la competencia es mucho más dura y evita que una sola marca domine más allá de su ámbito y, sobre todo, que sea capaz de reemplazar a los bancos y emisores de tarjetas.

«Me parece que el dicho de quien mucho abarca poco aprieta puede serles muy aplicable. No sé si me fiaría de que Whatsapp accediera o reemplazara a mi banco o a hacer la compra a través de Twitter en vez de Amazon», explica Alvaro Ibáñez, uno de los fundadores del conocido blog Microsiervos.

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