¿Qué va a pasar con la energía?

Termina el año y los retos energéticos apenas han avanzado o incluso han empeorado. Y no son pocos: los vehículos eléctricos chinos nos están comiendo la tostada, Euskadi apenas genera kilowatios (por no hablar de los renovables), Red Eléctrica ha tenido que cortar el suministro por un déficit de producción y las grandes redes que deberían conectar al País Vasco con las nucleares francesas y los molinos aragoneses están encontrando todo tipo de obstáculos.


Analicemos cada uno de estos temas:

  • La transición energética está generando múltiples tensiones. Los fabricantes europeos de vehículos no se han adaptado a tiempo, probablemente porque vivían muy cómodos con los coches de combustión, y los chinos les están comiendo la tostada. De ahí que cada vez haya más voces pidiendo más tiempo para hacer esta transición sin cargarse a la industria y sus empleos: desde las empresas vascas de componentes de automoción hasta Josu Jon Imaz, pasando por el presidente de Sidenor. Por ahora todo sigue igual, pero en 2024 este tema dará mucho que hablar. ¿Será el Informe Draghi un punto de inflexión? Para que Basquevolt dé resultados quizás haya que esperar un poco más.
  • Euskadi apenas genera el 10% de sus necesidades energéticas y solo el 18% de su consumo eléctrico es de origen renovable, dos cifras que por otra parte no mejoran con el paso del tiempo. Dado que los objetivos marcados a nivel estatal para 2030 están muy alejados de la realidad actual, hay que construir parques eólicos a toda velocidad. Así resumía recientemente Iván Marten, presidente de Orkestra, la política actual: «Sí quiero ser verde, pero no quiero los molinos». Solo hay un aspecto en el que hemos mejorado, según Orkestra: El País Vasco concentra al 31% del total de comunidades energéticas de España. Lo malo: su generación es residual.
  • El cierre de nucleares y la creciente dependencia de la energía eólica están generando un riesgo que antes no existía: hay momentos en que no sopla el viento y no hay suficiente capacidad de generación con ciclos combinados para suplirlo. Ocurrió los días 11, 12 y 13 de diciembre y hubo que parar algunas fábricas, pero todo indica que el problema va a ir a peor. Los expertos reconocen que a día de hoy no hay sustituto de la energía nuclear y que las tecnologías de almacenamiento, especialmente el hidrógeno, no están suficientemente desarrolladas por lo que solo son operativas con incentivos públicos. Hay momentos en que está ocurriendo también lo contrario: se produce más de lo que se demanda y hay que tirarlo.
  • Las redes eléctricas resultan fundamentales para compensar la mayor o menor generación y consumo entre regiones. Sin embargo, su tendido está encontrando todo tipo de obstáculos. En Aquitania y La Rioja hay una fuerte contestación social a la construcción de nuevas redes de interconexión eléctrica que permitirían traer a Euskadi electricidad de generación nuclear y eólica. Y los resultados pueden ser graves: en Madrid ya se ha registrado el caso de una firma farmacéutica que ha cancelado una inversión de 400 millones de euros por la saturación de la infraestructura eléctrica y en Bizkaia la firma Ibersun está encontrando muchos problemas de capacidad de red para poder instalar baterías BESS. Así que no nos debe sorprender que las grandes multinacionales instalen sus data centers en Aragón, donde hay energía eólica barata.

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