Patxi Echeveste (Wattio): «Hemos tenido que pivotar varias veces»

Patxi Echeveste (Hondarribia, 1979) estudió ingeniería industrial en Tecnun y emprendió casi inmediatamente en el ámbito de la energía solar. Tras el colapso de este sector, decidió volver a intentarlo en un sector muy cercano, el de la eficiencia energética, aunque su startup, Wattio, también ha tenido que pivotar varias veces.

Esto es lo más interesante que nos contó en la entrevista que le hicimos:

  • Echeveste tenía muy claro que quería emprender, hasta el punto de que tras terminar la carrera, con una oferta de trabajo de Everis en la mano, decidió unirse al padre de un amigo para montar una nueva compañía de energías renovables. No les fue bien pero eso no le impidió volver a intentarlo. «Me di cuenta de que las renovables todavía eran demasiado caras para el usuario doméstico, pero que con eficiencia energética se podrían conseguir mayores ahorros. Lo que no tenía muy claro es que hacía falta para hacer real esa idea, así que me tomé un año y medio para investigar y desarrollar un prototipo de la solución. La agencia de desarrollo BIC Gipuzkoa me apoyó durante todo ese proceso. Finalmente creé una empresa para fabricar y comercializar dispositivos capaces de analizar el consumo eléctrico de un hogar y programar el uso de los electrodomésticos en momentos de máximo ahorro», explicó.
  • El dispositivo de Echeveste, pionero en el mundo en esta materia, fue evolucionando. Se le añadió conexión a Internet y se pudo conectar también a una centralita o al cuadro eléctrico para analizar el consumo energético, además de convertirse en una especie de termostato inteligente. «Fue uno de los primeros dispositivos que se podía gestionar desde el smartphone. Costaba más de 200 euros y vendimos más de 300 en 24 países a través de una ronda de crowdfunding en Indiegogo, un método de financiación en aquel entonces relativamente desconocido. Aunque la eficiencia energética no es muy sexy, este sistema nos dio mucha visibilidad y feedback previo del producto. Todavía hay gente que lo usa. Era potentísimo para la época, hasta el punto de que nos llamaron desde Amazon y Leroy Merlin para ser socios nuestros», explicó.
  • Wattio ha tenido que pivotar varias veces, siempre de la mano de socios financieros que a lo largo del tiempo han aportado un total de 4 millones de euros. El primero fue el Gobierno Vasco a través de Gestión de Capital Riesgo, y el último ha sido Repsol, que quiere emplear a la startup guipuzcoana para fidelizar a sus clientes. «El mercado de la domótica se llenó en 2015 de dispositivos chinos y, como nuestro producto está fabricado aquí, nos forzó a centrarnos en el B2B. Pasamos a vender a compañías de seguros, bancos, energéticas o telecos, que tienen necesidad de vender nuevos servicios muy orientados a retener clientes. Un ejemplo de esta tendencia es el de Telefónica comprando Prosegur. La covid ha acelerado, además ese proceso. El IoT va a ser ubicuo, el hardware ha dejado de aportar valor y lo que hoy cuenta es lo que puedas hacer con cada aparato con la ayuda de inteligencia artificial», explicó.
  • Al abandonar el B2C, Wattio se fue alejandro progresivamente de la eficiencia energética, aunque sigue investigando en este campo de la mano de Repsol. Posteriormente entró en el negocio de la seguridad en el hogar y más recientemente lo ha hecho, con bastante éxito, en el del cuidado de personas mayores en casa. «Instalamos sensores en las casas para, con la ayuda de inteligencia artificial, detectar las rutinas de cada individuo. Cuando los movimientos se alejan de los normales, avisamos a un familiar. Lo hemos completado con asistentes virtuales que acompañan a las personas. Esto lo ofrecemos como un servicio. Hemos hecho 125 instalaciones de la mano de la Diputación de Gipuzkoa y estamos hablando con decenas de administraciones que han mostrado un enorme interés. Nos han pedido montar un servicio de teleasistencia, por lo que estamos buscando un socio para esta parte. Ahora nos va bien, pero hemos pasado por todos los problemas posibles y más. Menos mal que los emprendedores somos optimistas por naturaleza. Emprender es durísimo», explicó.

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