Mikel Aguirre (Anbiolab): «El hecho de ser socio de la startup ayuda a que esté más involucrado»

Mikel Aguirre (Orduña, 1988) tenía una oferta de trabajo al día siguiente de terminar su doctorado en genética y biología molecular. Le querían en Anbiotek, una empresa con la que ya había colaborado varias veces y que quería montar un spinoff, Anbiolab. Entró como socio y reconoce que de esa manera está más involucrado.

Esta es su historia:

  • Aguirre es especialista en bioinformática, una materia que mezcla biología e informática para automatizar labores que tradicionalmente se han hecho de forma manual. Así que en Anbiotek vieron claro que él era el perfil que necesitaban para poner en marcha un spinoff de ensayos genéticos. «Durante mis estudios había visto que los datos se trataban de forma muy manual y busqué un máster de bioinformática. Vi que iba a ser una necesidad imperiosa con la llegada de la secuenciación masiva de ADN. La bioinformática se está convirtiendo en el cuello de botella de los análisis. En Anbiolab lo que perseguimos es precisamente automatizar tareas que tradicionalmente se hacían de forma manual. Por ejemplo, el análisis de muestras de agua para conocer su calidad, que es la labor a la que Anbiotek lleva dedicándose 30 años», explicó.
  • Para automatizar estas tareas, Anbiolab utiliza diversas nuevas tecnologías, como las PCR o la secuenciación masiva de ADN. De esta manera, la identificación de los organismos y bacterias presentes en el agua es más rápida e incluso puede llegar más lejos. «Podemos ver toda la comunidad entera, una labor que antes se tenía que hacer con un microscopio de la mano de un especialista que no siempre estaba disponible. Incluso nos estamos encontrando algunos organismos autóctonos que no estaban secuenciados y sobre los que apenas había habido investigación. El cambio tecnológico es tan importante que la secuenciación empieza a ser obligatoria en muchos ámbitos y la estamos empezando a extender a la recuperación de suelos», explicó.
  • Cuando estudiaba, Aguirre no se habría imaginado que acabaría siendo emprendedor. Y es que al crear el spinoff, Anbiotek le ofreció tanto a él como a una compañera convertirse en socios de Anbiolab. «No estaba preparado para ello, pero lo bueno es que la mayor parte de las tareas administrativas y comerciales las llevan desde la matriz. Sí que tengo que dedicar tiempo a contratar personas y a tratar con el cliente, que quizás sea la parte más dura. De hecho, estamos creciendo rápido y ya somos siete personas, la mayor parte de ellas químicos y biólogos. Habría trabajado igual sin ser socio, porque me gusta el I+D y el hambre de conocimiento es lo que me motiva de verdad. Ser socio me dio vértigo, pero en cualquier caso lo veo positivo porque me siento más involucrado», explicó.

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