Está Saddam sentado en su oficina un día pensado como tomarle el pelo a los inspectores un rato más, cuando suena el teléfono…

Está Saddam sentado en su oficina un día pensado como tomarle el pelo a los inspectores un rato más, cuando suena el teléfono…


«Buenos días, Sr. Hussein», dice una voz con un fuerte acento de Bilbo. «Soy Gaizka, propietario del bar Txiki en Bilbo y le llamo para informarle que hemos decidido declararle oficialmente la guerra»

«Bien Gaizka,» responde Saddam, «qué noticia tan interesante. De cuantos soldados disponéis?»

Gaizka: «Por ahora,somos yo, mi primo Lander, su vecino Andoni, y el equipo completo de pelotaris del barrio. En total 8!»

Saddam: «Amigo Gaizka, creo que debería informarte que tengo un millón de hombres en mi ejercito esperando mis ordenes para atacar»

Gaizka: «Ostia! Creo que le tendré que volver a llamar. Hasta luego»

Al día siguiente, Gaizka llama otra vez. «Sr. Hussein, nuestra declaración de guerra sigue en pie! Hemos conseguido algo de armamento de infantería»

Saddam: «Y de que tipo de armamento estamos hablando, Gaizka?»

Gaizka: «Tenemos el R5 de Andoni, la bicicleta de Lander y una grúa que le hemos robado a los municipales»

Saddam: «Creo que debería informarte que yo tengo 16.000 tanques y 14.000 vehículos blindados para el transporte de tropas. Además, desde que hablamos ayer, he incrementado mi ejercito hasta un millón y medio de hombres.»

Gaizka: «Cago en la puta! Le tendré que llamar otra vez, hasta luego!»

Una vez más, Gaizka llama al día siguiente. «Sr. Hussein, mi declaración de guerra sigue firme. Hemos conseguido extender nuestras fuerzas por mar y aire. Hemos conseguido atar un torpedo a la tabla de surf de Andoni y puesto un par de metralletas a un ultraligero que teníamos a mano. Además, se nos han unido 4 chavales aizcolaris, con hachas y todo. De capellán vamos a intentar llevarnos a Arzallus. Le llamaba para avisarle y que se prepare.»

Saddam, tras guardar silencio, responde: «Gaizka, te tengo que informar que yo tengo 1.000 bombarderos y 2.000 aviones de combate. Mi residencia está rodeada de láseres de defensa contra misiles, y desde ayer, he vuelto a incrementar mi ejercito a 2 millones de hombres.»

«Jesús, María y José» responde Gaizka, «creo que mañana le volveré a llamar»

Como ya venía siendo costumbre, Gaizka llama al día siguiente: «Buenos días, Sr. Hussein. Siento informarle que vamos a tener que cancelar la guerra. Retiramos nuestra declaración.»

«Vaya, lo siento,» le dice Saddam «¿a qué se debe el cambio de opinión?»

«Bueno» dice Gaizka, «la verdad es que lo he comentado con los chavales en el bar, y hemos decidido que ni de coña vamos a ser capaces de dar de comer a 2 millones de prisioneros.»

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