VCG Decoletaje, una empresa familiar que pronto cumplirá 100 años mirando al futuro

Fundada en 1932 con el nombre Viuda de Cándido Gastelurrutia, esta empresa familiar se ha mantenido en el mismo sector de actividad desde sus inicios, pero incrementando la complejidad de los trabajos.



Comenzó su actividad con maquinaria de fabricación propia, trabajando para la marca de máquinas de coser Alfa, que era su principal cliente. Posteriormente trabajaría con los fabricantes de la Vespino, muchas de cuyas piezas se hacían en sus talleres. Afrontó el nuevo siglo XXI con un cierre de etapa y el reto de reinventarse, tras el cierre de la emblemática marca de motos.

En la actualidad, VCG realiza mecanizado de piezas hasta 64mm partiendo de barra, y hasta 200mm trabajando con alimentación unitaria, en un proceso de producción totalmente a medida de cada cliente. Su actividad se desarrolla en sectores muy diversos como el eléctrico, ferroviario, bienes de equipo, herramientas, automoción, aeronáutica, energías renovables…

El 15% de la producción se destina a la exportación, principalmente a Francia, pero también a Suecia, Italia, Polonia y Canada, entre otros países. Cuenta con un equipo de 60 personas en su plantilla.

Actualmente, VCG Decoletaje está inmersa en un proyecto de digitalización y, además, se encuentra ampliando sus instalaciones de Berriz con una nueva entreplanta y está reestructurando sus oficinas, que darán cabida al nuevo almacén automatizado. En esta ampliación también se ha llevado a cabo un refuerzo del departamento de metrología, incorporando nuevos equipos de control y nuevos profesionales que tienen como misión asegurar la calidad en todos los trabajos que se realizan. En este ámbito se ha realizado una inversión cercana a los 150.000€.

Las previsiones de la empresa de cara al 2021 son positivas, ya que superarán las cifras previas a la pandemia y barajan un incremento de un 10% -o incluso un 20%- de la facturación, que en 2020 ha sido de 5.500.000€. 

Esta es una empresa familiar, de las ‘de toda la vida’, que ha sabido irse adaptando a cada época. Lo que empezó siendo una pequeña empresa de Berriz, Bizkaia, ha acabado siendo una gran empresa con objetivos internacionales.

En los inicios, Cándido y Emeteria Gastelurrutia trabajaban en el taller, con algunas pequeñas máquinas que habían montado y teniendo como único cliente a Alfa. Eran tiempos en los que el único equipo era la familia y se hacían las cosas con los medios al alcance.

Las máquinas eran “de otro mundo”. Funcionaban con transmisión a través de un eje central que se encontraba en el techo e iba con poleas; cuando no había electricidad, un motor a gasoil ponía en marcha el eje de transmisiones.

En 1948 entra la siguiente generación con Concepción Gastelurrutia y su marido Eduardo Urcelay. Eduardo incorpora algunas máquinas Feinler. Su inquietud es aumentar la producción, por lo que busca posibles mejoras a la maquinaria. En 1952 realiza la primera ampliación de las instalaciones originales y en 1960 se adquieren los primeros tornos de levas.

Los tornos de aquella época eran muy rudimentarios y apenas realizaban un par de operaciones a la pieza en cuestión. Habitualmente las piezas se terminaban en otras máquinas de segundas operaciones: taladros, roscadoras, refrentadoras, etc. Para estas segundas operaciones contaban con alrededor de 20 personas que realizaban labores auténticamente artesanales a la hora de preparar las máquinas.

En aquellos años todavía se trabajaba con Alfa y se incorporaría la fábrica de las motos Vespa, que formó parte de su cartera de clientes hasta su cierre.

En 1975 entra la tercera generación con Rodolfo Urcelay, hijo de Concepción y Eduardo, y coinciden una sucesión de hechos desafortunados. En 1976 tuvo que enfrentarse a una inundación de metro y medio en todo el taller; en 1981 vendría la crisis y en el año 1983 sufriría de nuevo inundaciones… se salió adelante con muchas dificultades.

A principios de la década de los noventa -1991-92- Rodolfo y Eduardo ponen las bases de lo que hoy es la empresa, comprando la primera máquina de control numérico Miyano que utilizaron para hacer piezas especiales. Su afán era incorporar tecnología para cambiar la forma de fabricación y así lo hicieron, incorporando después otras tres máquinas de control numérico -algunas de cabezal móvil-.

Último proyecto de digitalización 

Es un proyecto innovador, que se llevará a cabo implantando una plataforma integral que va a permitir la monitorización y el control de todos sus procesos productivos. El proyecto tendrá un coste de 200.000€ y se prevé que acabará para finales de año.

La actuación se complementará con la instalación de un nuevo almacén vertical inteligente, lo que supone para la empresa dar un nuevo salto en competitividad; tener visibilidad en tiempo real sobre los procesos, posibilitar la toma de decisiones inmediatas y reducir las productividades negativas y los tiempos de respuesta.

La nueva plataforma integral constituye una herramienta que posibilitará al equipo directivo visualizar en todo momento lo que se produce en planta, detalladamente y en cada puesto. De esta forma, obtendrá un flujo de información muy valioso para poder tomar decisiones sobre la producción en tiempo real, de una manera sencilla y eficaz. Además, se va a implementar un planificador dinámico que permitirá mejorar y agilizar drásticamente la ardua tarea que supone la planificación de la producción.

A través de la plataforma se podrá gestionar también el nuevo almacén vertical  inteligente que se instalará en julio y se empleará para almacenar la herramienta. Mediante la combinación de estos dos elementos se mejorará la administración de las herramientas, tanto en la compra y en el almacenamiento, como en la preparación y la disposición, reduciendo los tiempos de puesta de máquina.

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