¿Qué ocurre con el papel higiénico? Hay un problema de demanda… pero también de oferta

El mercado de papel higiénico está sufriendo fuertes tensiones estos días. Aparentemente, la población tiene miedo, casi pánico, de que haya restricciones en los comercios y, como este producto no tiene fecha de caducidad, está haciendo acaparaciones masivas en las tiendas. Pero lo cierto es que hay más problemas: en algunos países las fábricas papeleras dejaron de producir hace meses.

En lo que a la demanda se refiere, Uvesco reconocía hace unos días que las compras se han duplicado en su zona de influencia, que cubre fundamentalmente Euskadi y Cantabria. En principio, nada alarmante y que simplemente obligaría a las empresas de distribución a reponer producto más rápido.

Pero hay un problema más grave, el de la oferta, que señala que estamos ante una tormenta perfecta que va a encarecer el precio del papel higiénico si no convertirlo en un recurso tan escaso como los botes de líquido desinfectante o las mascarillas. Resulta que, cuando irrumpió la epidemia del coronavirus en China, pararon muchas fábricas de ese país y a otras les dieron instrucciones para que modificaran sus líneas de producción.

En lugar de papel higiénico podían empezar a fabricar productos sanitarios o médicos hechos con celulosa, como batas o las propias mascarillas. Resultado: durante varios meses han dejado de elaborar eso que tanto utilizamos en el baño y han creado, especialmente en algunos países que recibían bienes de China, un problema de abastecimiento nunca antes visto.

En EE.UU. es casi imposible encontrar papel higiénico en estos momentos. Los grandes comercios online solo aceptan pedidos con entrega dentro de un mes y algunas tiendas físicas lo tienen a primera hora de la mañana pero lo venden todo en unos minutos. El desabastecimiento está obligando a los negocios turísticos a racionar los rollos entre sus huéspedes.

¿Hay esperanza? Sí, las fábricas ya están produciendo de nuevo y a toda máquina. Se supone que a mediados de abril ya no habrá problemas de abastecimiento. Sea como fuere, al que le ha tocado la lotería en medio es a la firma italiana Lucart que hace apenas dos años compró CEL Tecnologies, una fábrica de productos de papel en Artziniega que había pertenecido a Kimberly Clark. Otros que se beneficiarán serán los que producen bidés, un artículo hasta ahora menospreciado por los más jóvenes.

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