¿Por qué creo que la Libra de Facebook no tiene futuro?

Aunque es muy positivo que haya movimiento en el relativamente anticuado (y centralizado) mundo de los instrumentos de pago, el escepticismo con que te dota la edad me hace no ver ningún futuro a la Libra de Facebook. Al margen de que siempre va a existir un buen número de personas opuestas a la digitalización, la mayor oposición va a venir de los gobiernos estatales, para los que este tipo de iniciativas suponen una evidente amenaza.

De hecho, he visto a muchos entusiastas de la Libra que ven esta «independencia estatal» precisamente como una ventaja, lo cierto es que su Poder es mucho mayor del que los tecno-optimistas atisban. Los gobiernos pondrán todas las trabas que puedan al progreso de esta cibermoneda como también lo harían sobre el bitcoin si algún día se convirtiera en algo más que una forma de ahorro/inversión.

Los tecno-optimistas hablan de un movimiento popular internacional descentralizador que supuestamente estaría detrás del bitcoin y que respaldará Libra contra viento y marea. Ellos creen que en no mucho tiempo podremos elegir entre monedas emitidas por los gobiernos (las actuales), las que no tendrán dueño (el bitcoin) y las privadas, propiedad de empresas, como la Libra de Facebook.

A mi juicio, tendrán que cambiar mucho las cosas para que exista dinero de verdad, el que permite comprar cosas, ajeno a los estados. El bitcoin no lo es, porque casi no tiene aceptación y porque su tecnología es sumamente lenta a la hora de aprobar una transacción, y la Libra no pasará de ser un proyecto anunciado a bombo y platillo probablemente con la única intención de inflar temporalmente la cotización bursátil de Facebook.

La moneda es un bien demasiado atractivo y poderoso como para que los que mandan vayan a prescindir de su capacidad de emisión de la noche a la mañana. Pondrán todo tipo de excusas regulatorias e incluso financieras para evitar que existan y, si finalmente son reales, se inventarán nuevas normas para suprimirlas.

Otra cosa es que los gobiernos emitan sus propias cibermonedas, una idea que ha seducido especialmente a países con conflictos con sus vecinos, como China, Venezuela o Ucrania. Y aquí sí pueden jugar un papel las fintech, proporcionando tecnología y garantías pero manteniendo siempre la capacidad emisora en manos del Poder político.

Es cierto que, desde un punto de vista de mero control, Libra introduce alguna ventaja sobre el bitcoin, como que su cotización se basa en una cesta de monedas estatales. Pero es demasiado libre. El algoritmo no dependería de los gobiernos y la emisión tampoco, lo que evidentemente no gusta a los que tienen la sartén por el mango.

Por si fuera poco, creo que Libra no resuelve ningún problema real del sistema bancario y monetario. Se ha hablado de las personas que no tienen acceso a bancos, especialmente en Africa, pero para ellos ya están surgiendo soluciones a través del móvil, como M-Pesa, que les permiten hacer transferencias, que es básicamente lo único que quieren hacer.

Paypal, la empresa en la que trabajaba el creador de Libra, y startups como Transferwise también satisfacen esta necesidad medianamente bien. Sin olvidar que lo que promete Facebook ya lo ofrece hoy en día el banco francés Crédit Agricole, que ha puesto en marcha un sistema de transferencias internacionales basado con en el protocolo Ripple sobre blockchain.

También hay que comentar brevemente las críticas que ha recibido el hecho de que Facebook esté detrás de esta nueva moneda. Es verdad que formalmente el auténtico propietario va a ser una fundación con sede en Suiza y que a día de hoy tiene 28 socios, pero la influencia de la red social es tal que han sido los responsables de esta compañía los que han presentado el proyecto públicamente e incluso en privado a diversas instituciones.

Y Facebook no es un sujeto de fiar. Su fundador y CEO ha demostrado en diversas ocasiones estar actuando por motivaciones que se alejan sustancialmente del bien común. Y en cualqueir caso, no se puede dejar una responsabilidad de tal calibre, como es la emisión de moneda, en manos de una compañía cotizada cuyo leit motiv es y será el beneficio de sus accionistas.

Como apunte final, sí creo que Libra debería servir para que la comunidad internacional recapacite. Hoy en día no existe una divisa mundial y lo que la iniciativa de Facebook sí que demuestra es que, dado el incremento de las relaciones entre países y el turismo, es necesario empezar a planteársela seriamente. Espero que el G7 sí que tenga algo que decir al respecto.

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