¿Para qué queremos tantos fondos si luego no son operativos?

Mientras el Gobierno Vasco sigue hablando de los diferentes fondos que está creando para garantizar el arraigo, dos gestoras madrileñas se hacían esta pasada semana con cuatro compañías vascas, pequeñas pero muy rentables. De esta forma, podrán crecer con sentido y criterio pero con su centro de decisión situado a cientos de kilómetros de distancia.


Llama la atención especialmente que el Gobierno Vasco se haya centrado en grandes operaciones, como las de Ibermática, Uvesco o Talgo, y se haya olvidado de las más pequeñas. Sea porque hay cierto márketing político en esto del arraigo o porque las de un tamaño más reducido son en el fondo más difíciles de entender, lo cierto es que se siguen escapando empresas.

Procedo por ello a aportar algunos consejos:

  • Invertir no es sencillo. No basta con tener el dinero. Hay que tener capacidad analítica y experiencia, porque lo primero ya lo tiene ChatGPT. Y existe mucha gente en los fondos privados que las tiene, así que lo más fácil para las administraciones es simplemente apoyarlos. La táctica seguida en Madrid de duplicar sus inversiones es la ideal: si tú pones 100 euros, yo pongo otros 100. Y se copió de Israel, donde se conoció como programa Yozma de inversión en capital-riesgo, una práctica que explica en cierta medida el éxito tecnológico de este país. Por resumir: si quieres que un fondo invierta en Euskadi, prométele dinero por cada inversión que haga en esta comunidad.
  • Los fondos públicos que aplican el «buenismo» como política de inversión («tesis» lo llaman algunos) deben desaparecer porque terminan haciendo lo que manda el patrón y no lo que dicta la razón. Solo así puede entenderse lo que ha pasado con Talgo y anteriormente con Sherpa. Todo el mundo sabía que la startup de Xabi Uribe-Etxebarria no iba a ningún lado, pero «el jefe» decidió que había que invertir en ella porque le gustaba el emprendedor. Resultado: millones de euros de dinero público tirados a la basura, tanto vía Gestión de Capital Riesgo del País Vasco como Ekarpen. Y la responsabilidad social corporativa (ESG lo llaman ahora, añadiendo medio ambiente) es admisible solo si se mide de manera científica.
  • Es fundamental que haya transparencia. Las instituciones vascas prácticamente nunca hacen público el nombre de las empresas en las que invierten y mucho menos cuáles son los resultados de esas inversiones. Hay que buscar y rebuscar en el registro mercantil para enterarse y averiguar que el Gobierno Vasco lleva perdidos más de 100 millones de euros en solo dos fondos: Ezten y Basque. Las administraciones necesitan datos para invertir y para evaluar lo que están haciendo y la sociedad los requiere para auditar la labor pública.
  • Menos circo. Ultimamente se observa que se están organizando muchos espectáculos en los que aparecen inversores y startups como si fueran leones y gladiadores del Coliseo romano. Se atrae a los primeros con un buen hotel y comidas y a los segundos con promesas de dinero que luego no se cumplen. Esto no va a ningún lado. Es todo márketing. Lo esencial es generar startups y, si son buenas, ya vendrán los inversores. Y si se hacen eventos, deben ser internacionales, porque hay muchísimo más dinero en Londres o Nueva York que en Madrid.
  • Siempre debe haber un socio industrial serio y de dedicación exclusiva. Por eso la operación de Uvesco, aunque llega tarde, es buena pero la de Ibermática no tiene ni pies ni cabeza. En el primer caso, el CEO Angel Jareño va a seguir al frente con un 9% del capital y, en el segundo, no consta quién va a dirigir el barco. El arraigo sin nadie al mando es como lanzar la pelota al campo contrario para ganar tiempo. Solo sirve si hay suerte.

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