Ordenador cuántico: ¿operación de marketing o de ciencia?

Tal y como desveló Gananzia y después confirmaron las instituciones vascas, el Ejecutivo de Lakua va a pagar 51 millones de euros a IBM para que coloque uno de los nodos de su ordenador cuántico en Donostia. Para determinar si es una operación apropiada, hay que analizar diversos aspectos.

  • ¿Es la computación cuántica la revolución que se nos promete?
  • ¿Necesitamos un ordenador cuántico en Euskadi?
  • ¿Es IBM el mejor socio?
  • ¿Por qué IBM nos ha «elegido»?
  • ¿Es Donostia el lugar apropiado?

Cada una de estas preguntas se merece un artículo diferenciado, así que empezamos hoy con el primero y seguiremos los próximos días con el resto.


¿Es la computación cuántica la revolución que se nos promete?
La computación cuántica efectivamente tiene un potencial gigantesco por la velocidad con la que se podrían ejecutar ciertas operaciones y hay quien compara su desarrollo con «la nueva carrera a la Luna». Hasta muy recientemente seguía siendo pura teoría, pero en los últimos tres años se han dado avances que permiten palpar que para 2030 las promesas podrían hacerse realidad.

Así lo explica Román Orús, cofundador de Multiverse Computing, principal startup de cuántica de Euskadi y probablemente de España:

Se trata de utilizar las leyes de la física cuántica para resolver problemas hasta ahora irresolubles (…) En los últimos 5 años ha habido mucho progreso experimental y ya hay procesadores con los que se pueden hacer cosas. Está surgiendo un ecosistema de startups que intentan hacer aplicaciones.

De ahí que en los últimos tiempos estén apareciendo diversas empresas que quieren utilizar la computación cuántica, cuando menos a nivel experimental. La consultora IDC habla de un mercado que crecerá al 51% anualmente hasta llegar a los 8.600 millones de dólares en 2027. McKinsey aseguró que solo en 2022 se habían invertido 2.350 millones de dólares en startups cuánticas.

¿Y qué usos se le puede dar a la computación cuántica? El caso más claro de uso es el de la ciberseguridad, ya que con un ordenador de este tipo podrían descifrarse claves en cuestión de segundos. Si los ordenadores cuánticos llegan al mercado, simplemente habrá que buscar sistemas de protección distintos, incluido el de codificación del acceso seguro a páginas web.

Lo que resulta más complicado es encontrar usos al margen de la ciberseguridad. Quizás el más claro sea el financiero, ligado al análisis en tiempo real de millones de datos para tomar decisiones de inversión inmediata. Es precisamente la aplicación con la que nació Multiverse Computing.

Al margen de la ciberseguridad y las finanzas, hay un creciente interés por todo lo que tiene que ver con la ciencia y la investigación en general. Se habla mucho del desarrollo de medicamentos (1QBit o Cambridge Quantum), de predecir en qué puntos de la Tierra puede haber reservas de petróleo (Repsol), de la concepción de pilas de combustible (Quantinuum) o del diseño de algoritmos de conducción autónoma (Volkswagen).

Así explicaba recientemente este potencial el ingeniero bilbaíno Mikel Díez, ascendido recientemente a director de Innovación de IBM España:

La computación cuántica trata de resolver problemas que hasta ahora no se podían abordar. Fundamentalmente son tres grandes áreas: la simulación de sistemas moleculares -cómo se comporta la molécula de cafeína o cómo se doblan las proteínas-, el reconocimiento de patrones y grandes cantidades de datos, y lo que llamamos optimización. Este último se refiere, por ejemplo, a buscar las mejores rutas para flotas de cientos de barcos que están en diferentes puntos, con diversas condiciones meteorológicas… Ni el ordenador actual más potente podría hacerlo.

En la presentación del futuro ordenador cuántico de Donostia intervino Cristina Ortega, de la empresa espacial vasca AVS, que explicó con cierta claridad por qué a una compañía como la suya le interesa esta tecnología. De hecho, está colaborando con Multiverse para estudiar sus posibilidades para evitar que los satélites en órbita choquen entre sí. También se sabe que Fagor y CAF están haciendo pruebas, generalmente de la mano de la misma startup donostiarra, para mejorar la fabricación de circuitos eléctricos y optimizar el consumo de energía ferroviario

No hubo más casos «vascos». Ni siquiera de ciberseguridad, un sector fuerte en Euskadi. Y eso que Gabriel Molina-Terriza, investigador de Ikerbasque, reconoció que la cuántica se ha empezado a utilizar para «romper códigos». Sea como fuere, Mikel Díez sí ha precisado en una entrevista periodística que el ordenador que se pondrá en Donostia se dedicará fundamentalmente a la investigación científica en movilidad, salud y finanzas.

Será en el futuro, porque los recursos de computación cuántica que IBM ya vende, solo a nivel de acceso vía nube, a la Diputación de Bizkaia apenas se han empleado para optimizar la recogida de residuos y para mejorar las rutas de los bizkaibus. No consta que las empresas del territorio hayan sacado partido de un recurso que en principio se les ha cedido gratuitamente a través de la sociedad foral Lantik.

Sea como fuere, el mayor peligro para la computación cuántica es la propia informática convencional, que no deja de aumentar su potencia de forma constante. Sin ir más lejos, la mayor parte de las aplicaciones de inteligencia artificial son factibles a día de hoy por el aumento de la velocidad de los procesadores de Nvidia, Micron, Intel o AMD.

Sirva como ejemplo que el modelado del euskera para crear una herramienta de inteligencia artificial generativa tipo ChatGPT, el Latxa, se ha entrenado con un superordenador, el Leonardo. Y aunque Google asegura haber conseguido hacer, con su ordenador cuántico, cálculos que con métodos convencionales habrían supuesto 47 años de espera, en Amazon, Microsoft o Meta, empresas también muy avanzadas en esta materia, son bastante escépticos.

Oskar Painter, el responsable de informática cuántica de Amazon Web Services, calificaba recientemente como «hype» lo que está ocurriendo en esta industria. Matthias Troyer, que ocupa un puesto similar en Microsoft, dejaba caer hace un año que habrá muy pocos entornos en los que la cuántica pueda aportar ventajas sobre la computación convencional. Por simplificar: para problemas de pequeña índole, un ordenador clásico será siempre más rápido. Y está por ver qué ocurre con los más complejos.

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