Mario Conde no era tan inteligente… emocionalmente
Acabo de terminar la biblia que ha escrito Mario Conde sobre sus buenos tiempos al frente de Banesto y mi imagen de este abogado economista de Deusto se ha deteriorado. Evidentemente, le sobraba inteligencia para invertir y perfilar negocios, pero le faltaba habilidad para tratar con las personas. Por algo dicen que la inteligencia emocional es tanto o más importante que la puramente racional.
Como todo hombre poderoso, Conde generaba envidias por doquier, pero su personalidad engreída las multiplicaba aún más si cabe. El periodista y ex marino Jesús Cacho lo describió como «un genio que al final ha terminado por ser engañado por medio mundo». Conde no supo manejarse con ciertas personas, contra las que abría cruzadas absolutamente innecesarias y que terminaban en destructivas batallas.
Una de ellas fue la que inició con ciertos políticos, relacionadas con sus propias ambiciones de poder, que curiosamente todavía niega. Subido al trono de Banesto, con una excelente imagen pública y con una relación privilegiada con la monarquía y la Iglesia, se creyó el rey. Y menospreció a Aznar, que en otras circunstancias debería haber sido su aliado.
Creo que Conde quiso transmitir pena y hasta debilidad en su libro. Y es cierto que a veces es lo que se siente al leerlo. Por ejemplo, cuando habla de sus supersticiones y de sus toques espirituales. Y es probable que el personaje tuviera ese lado místico que se descrubió con toda su majestuosidad, y sorpresa general, tras salir de la cárcel.
Es seguramente lo que le ha salvado de un suicidio o de la locura que algunos le hacían presagiar. Pero lo interesante de Conde no es este punto débil, sino el lado depredador, capaz incluso de colocar a sus amigos en los principales resortes del poder, que mostró durante la presidencia de Banesto.
En el libro trata de demostrar, con evidencias que muchos conocíamos antes del libro, que «el sistema» estaba contra él y que por eso se lo terminó cargando. Es cierto, pero solo en parte. Porque no hay que olvidar que él también fue parte del sistema y que incluso lo lideró y en gran parte lo aprovechó.
Mientras presidía Banesto y su entorno industrial y mediático, se ocupó mucho más de las intrigas de palacio que del propio banco. En su libro describe, con todo lujo de detalles, decenas de cacerías y de cruceros y habla muy poco del día a día de una entidad financiera, que probablemente es mucho más aburrido.
Mi sensación, que no tenía antes, es que Mario Conde descuidó el banco. Se dedicó a comprar medios de comunicación, a maquinar asaltos al poder, a combatir a uno y a otro político y a colocar a su amigo en La Zarzuela. Con todas esas ocupaciones, poco pudo hacer para que Banesto fuera bien y estuviera saneado. La intervención posterior, aunque política, creo ahora que tuvo cierta justificación.
Noto además en el libro cierta hipocresía. No solo porque insista en que no quería meterse en política. También porque al principio dice que la prensa no le parecía importante, pero luego no dejó de intrigar con Prisa, Zeta y Godó, además de con Pedrojota, al que llegó a apoyar financieramente a la hora de lanzar El Mundo.
También critica el espionaje al que pudo haber sido sometido, pero no dice nada de las diversas acusaciones que se han hecho de que él mismo se encargó de comprar las famosas fichas del Cesid. Habla de ética al mismo tiempo que reconoce los pagos que realizó a diversos políticos, como Alfonso Suárez y al PSOE a través del conocido fontanero Navalón.
El libro es, por otra parte, apasionante. Hay que reconocer que no deja títere con cabeza y que no tiene pelos en la lengua a la hora de criticar, con mayor o menor razón, a diversos personajes de la actualidad española. Destacaría los siguientes:
– No deja muy bien a los vascos, pese a que estudió en Deusto y su principal socio, Alberto Lasarte, era guipuzcoano. «En Bilbao se está más preocupado del qué dirán que de lo realmente importante», llega a decir.
– Se muestra muy despectivo con Emilio Ybarra, una percepción en la que coincide con el ex director de El Correo y ABC José Antonio Zarzalejos. Viene a decir del ex presidente del BBVA que es un simple enchufado con escasa capacidad. También le acusa de haber utilizado información privilegiada (un «soplo») antes de la intervención de Banesto para vender sus acciones de la entidad ese mismo día.
– De José Angel Sánchez Asiaín dice que era un cerebrito con escasa capacidad comercial y que le gustaba conspirar con la prensa. También a Conde, por cierto. Habla mejor del otro copresidente del BBV, Pedro de Toledo, aunque acusa a los dos de idear Filesa para encubrir la deuda histórica del PSOE con facturas falsas pagadas por los bancos.
– De Angel Corcóstegui, ex consejero delegado del Santander, no dice gran cosa. Tan solo lo ya sabido de que su indemnización de 100 millones de euros fue la fórmula utilizada por Botín para comprar su silencio.
– Es muy interesante lo que cuenta del ex presidente del PSOE Txiki Benegas, con el que negoció diversos favores políticos y especialmente los incentivos fiscales por la creación de la Corporación Industrial Banesto. Deja caer que lo hacía por dinero, ya que le confesó estar en política «por necesidad». Conde pagó 600 millones de pesetas a Navalón para conseguir que el Gobierno aprobara la creación de la Corporación Industrial Banesto, pero no explica si alguna de esas cantidades fue directamente a parar a algún alto cargo socialista.
– Otro que no le caía bien es el ex ministro navarro Carlos Solchaga, aunque este sentimiento debió ser mutuo. Algo parecido le ocurrió con José María Aznar, al que consideraba «una persona limitada» y de quien se burlaba habitualmente junto al Rey. Sabido es que Juan Carlos y el ex presidente hoy consejero de News Corporation nunca tuvieron una buena relación.
– Otro personaje al que mete en el ajo es Javier Gúrpide, ex vicepresidente del BBVA y que al parecer jugó un papel decisivo en la intervención de Banesto. Conde le acusa de haber vendido acciones de este banco de forma masiva para provocar un descenso de su cotización siguiendo órdenes del Banco de España.
– Con Polanco, ex presidente de Prisa hoy fallecido, tuvo mucha relación, al parecer siempre marcada por su interés por el dinero. Aunque mostraba cierta proximidad al PSOE, Conde le acusa de solo querer ganar dinero a través de favores del Gobierno, como la venta de las acciones que el Ejecutivo mantenía en la Cadena Ser.
– Adolfo Suárez recibió un gran apoyo por parte de Mario Conde, que le financió desde Banesto cuando empezó a pasarlo mal. Al parecer, le concedió 300 millones de pesetas en pequeños créditos a personas de su confianza que luego el banco provisionaba. Sin embargo, le acusa de haber sido cobarde «al final» al no dar la cara para defenderle.
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Sobre el Autor
José A. del Moral
Socio director de Alianzo, fundador de Startup 2.0 y business angel. Fue socio fundador de Ya.com. Ha coescrito dos libros sobre la Web 2.0. El Mundo lo incluye todos los años desde 2011 en la lista de los 25 españoles más influyentes en Internet.
ahora se gana la vida soltando espumarajos por la boca en intereconomía. en realidad, no deja de ser un personaje un tanto patético.
El carácter impulsivo de Mario Conde constituye uno de los principales defectos de su personalidad. En este sentido recuerdo una anécdota -de cuya autenticidad no tengo dudas- protagonizada por él en el Colegio Mayor de Deusto, donde se alojaba cuando estudiaba la carrera de Abogado Economista. Eran los años salvajes de la Transición, y Mario tuvo un problema disciplinario porque en compañía de otros dos o tres estudiantes de posturas ideológicas reaccionarias rajaron a cuchillo un cuadro pintado por alguno de aquellos artistas de vanguardia que comenzaban a sonar entonces. Puede que Tapiès, no estoy seguro. Pocos años después Mario Conde, flanqueado por veinte guardaespaldas, entraba triunfante en el salón de actos de esa misma Universidad, que es donde dio su famoso discurso sobre el carácter lícito de la ambición y otros temas.
Mario Conde también cometió un error, más que estratégico, de perspectiva, muy habitual en algunos tiburones de las finanzas: el de creer que por el hecho de haber triunfado como banquero y tener un bolsillo bien provisto está en condiciones inmejorables para dar el salto al mundo de la política, y que una vez allí llegar a las más altas esferas del poder es coser y cantar. En este sentido recuerda al Dr Hjalmar Schacht, uno de los financieros más brillantes del siglo XX, que ayudó al rearme de Alemania pensando que Hitler era flor de un día y que al final del camino él sería Presidente de un Reich fortalecido. Cuando se quiso dar cuenta, unos delincuentes de la política se la habían jugado y él estaba ya en camino al campo de concentración, de donde siete años después los americanos le sacaron… para empapelarle en los juicios de Nüremberg.
El financiero y el empresario de talento triunfan en el campo que les resulta más familiar: la economía. En cuanto intentan salir de él otros con menos dinero pero más hábiles les dan hasta en el carnet de identidad. Aparte está el hecho incuestionable de que por muy poderoso e inteligente que sea, por muy repleta que esté tu arca de guerra y por muchos periodistas que tengas comprados, al final la realidad siempre te supera y se rebela contra tí. La realidad es como el flujo de plasma dentro de un reactor de fusión Tokamak: impredecible, indómita, reacia al confinamiento. Después de haber permanecido estable un tiempo entre las bobinas superconductoras, de repente suelta un latigazo y se escapa dejando sin fuerza al reactor.
Pienso leer ese libro de Mario Conde en cuanto tenga tiempo. Promete.
Se comentó que en su primera semana al frente de Banesto, no tuvo ningún reparo en contratar un enorme cambio de sistemas informáticos valorado en unos cuantos millones de pesetas, directamente a un familiar/exsocio que tenía una pequeña empresa de servicios informáticos…Y así actuó desde el primer día.
Un post interesante y acertado, uno de los mejores análisis de conde que he leído, te recomiendo sino lo has hecho que leas el último que ha sacado Jesús cacho sobre él M.C. un intruso en el laberinto de los elegidos.
Yo he descubierto hace poco al personaje y me ha fascinado. Intentó conseguir lo que logró Berlusconi (aunque ahora esté ya casi finiquitado) es decir, llegar al poder a través del dinero y los medios de comunicación, sin lograrlo, por eso estoy en desacuerdo con el otro comentario, él no fue nunca banquero, solo quería el dinero y poder para cumplir su sueño y vocación, la política y creo que su fracaso se debió a errores estratégicos que cometió, a que efectivamente descuidó el banco sin darse cuenta que era primordial dejarlo saneado para tener una mínima oportunidad y a que finalmente no se atrevió a dar el salto quizá por miedo al fracaso (¿Qué hubiera pasado si se hubiese aliado con Suárez para un partido centrista?) unido a la animadversión que sentía por Aznar que le cerró todas las puertas.
A mí que me encanta el tema del poder y que he leído las memorias de Joseph Fouché, junto a Talleyrand el personaje más allegado a Napoleón, y salvando las distancias entre los dos, encuentro siempre los mismos errores, nula capacidad para contemporizar la ambición desmesurada y el que en determinado momento pierden la perspectiva de la realidad.
Para mí no deja de ser una triste oportunidad perdida de un hombre que podría haber sido muy beneficioso para España, como banquero-empresario o político y que acabó relegando de sus principios de “sociedad civil” y toda su supuesta idiosincrasia para acabar siendo un aspirante a político que debido a su trayectoria y comportamiento se convirtió en un estorbo para muchos con el que había que acabar.
Por cierto, en verdad interesante el giro que ha dado actualmente en su faceta espiritual, el último refugio después de su descalabro definitivo político en Galicia
@pablo – Sí, en su día me leí el libro de Cacho. Siempre he devorado los libros de este hombre. Una pena que últimamente no tenga tiempo para escribirlos.