Manu Muñoz (I+Med): «Emprendimos porque queríamos reforzar el valor científico por encima de los ratios económicos»

El ingeniero Manu Muñoz (Vitoria-Gasteiz, 1973) dirigió plantas de firmas industriales hasta que en 2013 decidió pasarse el sector biofarmacéutico. Primero por cuenta ajena y después como emprendedor. Su startup, la cooperativa alavesa I+Med, es un caso singular en su campo por su enfoque científico más que financiero.

Esto es lo más interesante que nos contó en la entrevista que le hicimos:

  • El salto de Muñoz al sector farmacéutico fue casual. La fábrica en la que trabajaba entró en crisis y un amigo le habló del laboratorio en el que acabó trabajando. «Pasé del buzo azul a la bata blanca. A base de formación y cursos me adapté. Después es Raúl Pérez el que me tienta para que montemos una empresa con un planteamiento diferente: dar prioridad a la ciencia sobre los aspectos financieros. Queríamos hacer un laboratorio farmacéutico independiente. Es decir, que las personas tuvieran el control de la compañía por encima de los ratios económicos. Los dos teníamos inquietud por hacer algo y estuvimos madurando el proyecto durante tres meses hasta que en 2013 lo llevamos a la universidad, donde lo aprobaron», explicó.
  • Una vez creada la empresa, Muñoz y Pérez fueron dando forma al proyecto e incorporando poco a poco nuevos socios, empezando por Iñaki López Puente y Sergio Cadierno. «Ibamos contando lo que estábamos haciendo y la gente se ilusionaba. Recurrimos al modelo cooperativo porque no teníamos caja para tirar de fichajes y queríamos un proyecto de largo plazo en el que el valor viniera del equipo humano. Queríamos que el científico que se sumara al proyecto lo sintiera como propio. Hoy hay 53 nóminas y casi todos los trabajadores son de ciencias: farmacia, química, biología o medicina. Para ser cooperativistas tienen que estar tres años como empleados», explicó.
  • El negocio básico de I+Med es el diseño de sistemas alternativos de dosificación de los fármacos. Su principal know-how está en los nanohidrogeles, lo que explica por qué entre sus clientes figuran grandes laboratorios y fabricantes de hardware médico que han recurrido a ellos para poder introducir este tipo de productos. «Nuestro principal negocio son los desarrollos que hacemos para terceros a partir de nuestra tecnología de liberación controlada de fármacos. Es un sistema que ha venido para quedarse y nosotros nos convertimos en una extensión de su laboratorio de I+D. Con lo que ganamos con esta ingeniería biomédica invertimos en un catálogo de productos propios que va creciendo progresivamente a medida que conseguimos su certificación. Ya tenemos ocho, como un dispositivo médico inyectable para sustituir al líquido sinobial de las articulaciones. Nosotros hacemos el producto, que es en lo que somos buenos, y después negociamos su distribución con un tercero. Actualmente tenemos 23 invenciones en fase de I+D y somos conscientes de que algunas no llegarán nunca al mercado. En 2020 hemos empezado a ganar dinero», explicó.

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