M Torres, la Gamesa navarra

Hay que insistir en que son las empresas exportadoras las que menos están notando la crisis. Hemos expuesto muchos casos. Hoy toca M Torres, una firma que fabrica equipos automatizados para diversos usos y especialmente para molinos de viento. Está en Elorz (Navarra), tiene 500 empleados y factura 100 millones de euros anuales.


La empresa nació en 1975 de la mano de Manuel Torres Martínez, un murciano que vino a Navarra a trabajar como técnico de mantenimiento de Svenska Celulosas y que terminó creando su propia compañía de automatización para la industria del papel. Y no se quedó ahí. Nunca ha parado de innovar. Hasta el punto de que M Torres tiene hoy en día 130 patentes.

En 1986 se introdujo en la aeronáutica, un sector en el que también había entrado entonces Gamesa. En concreto, desarrolló sus propios sistemas para soportar los paneles del fuselaje de los aviones. Primero trabajó para CASA y después llovieron los pedidos de Boeing y Daimler-Benz.

¿Cómo se hizo este paso desde la maquinaria para fabricar bobinas de papel hacia el fuselaje de los aviones? Muy sencillo: la fibra de carbono que se utiliza en las aeronaves viene también en bobinas, así que M Torres aplicó su tecnología a este nuevo material. En 2007 Airbus declaró a M Torres como su proveedor único de todos los procesos de laminado automático para componentes de sus aviones.

Después, siguiendo una vez más la estela de Gamesa, empezó a desarrollar molinos de viento, aprovechando su conocimiento de la fibra de carbono y de vídrio, dos elementos fundamentales en la fabricación de las torres eólicas. Y terminó fabricando sus propios aerogeneradores. El progreso navarro en este campo tiene mucho que ver con M Torres y con Gamesa, que terminaría poniendo su principal planta en la Comunidad Foral. En 2008 instaló el 0,3% de los molinos españoles.

Faltan dos sectores en los que también ha entrado M Torres en los últimos años. Por una parte, el naval y, por otra, el de la desalación. El primero es una evolución obvia desde la aeronaútica. El segundo tiene más que ver con el origen murciano del fundador. Sea como fuere, esta diversificación ha salvado a M Torres del temporal de las renovables.

Sea como fuere, la innovación ha sido una de las claves del éxito de M Torres, algo que su fundador definió no hace mucho como «imaginación», «pasión por lo desconocido» y «rebeldía hacia lo establecido». Vino a decir que fundó M Torres porque en donde trabajaba no le dejaban dar juego a su creatividad. Y lo demuestra en el día a día: ha reinvertido en el negocio todo lo que ha ganado. La otra clave del éxito es la capacidad de riesgo. Torres invirtió en la empresa el dinero que él y su novia habían ahorrado para el primer piso.

Falta todavía un componente más: la internacionalización. El 80% de su producción se exporta, tiene una empresa propia en EE.UU., tiene 10 sedes repartidas por el mundo y vende en 70 países a un total de 620 clientes. Innovando e internacionalizándose parece difícil fallar.

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