La guerra entre Carlos Perelló y Natixis

Fin de la batalla judicial entre el bilbaino Carlos Perelló y Natixis, entidad francesa de banca corporativa y gestión de activos. Es un caso insólito en un sector en el que la discreción y reputación son imprescindibles y los trapos sucios se lavan en casa. Carlos Perelló, nacido en Bilbao en 1967, licenciado en económicas por la UPV/EHU, graduado en Derecho por la UNED y MBA por la Universidad de Deusto, llevaba veinte años trabajando para Natixis, los ocho primeros en Francia y luego en España, donde era responsable de la entidad en la península ibérica.

Natixis es un banco de inversión filial de Groupe BPCE, la segunda mayor entidad financiera de Francia. La firma nació en 2007 como fruto de la integración de Ixis y Natexis Banque Populaire, tras el proceso de fusión de Caisse Nationale des Caisses d’Epargne y Banque Fédérale des Banques Populaires.

El despido de Carlos Perelló en julio de 2018 surgió por el encargo de una auditoría interna por parte de la entidad después de haberse producido una supuesta denuncia anónima. Entre las causas que alegaba Natixis para el despido de Perelló se encontraba la «dejadez de funciones», al no estar físicamente presente en el traslado de las oficinas del banco; «gastos» de catering relacionados con clientes, así como gastos de párking y taxis; y supuesto manejo de información confidencial. Natixis comunicó internamente que la salida se había producido de mutuo acuerdo, pero Perelló no pudo acceder a la oficina a recoger sus efectos personales pese a que se personó con la Policía Nacional.

El acuerdo extrajudicial supone la renuncia por parte de Perelló a la demanda laboral por despido nulo, otra demanda por acoso psicológico laboral, la querella penal contra el CEO de Natixis, la denuncia por vulneración de derechos fundamentales que tenía contra el banco y la denuncia ante la Agencia de Protección de Datos por violación de su intimidad. Fuentes conocedoras del caso añaden que también existen denuncias policiales por un seguimiento ilegal a su familia. La entidad francesa ha reconocido la improcedencia del despido del ejecutivo y ha realizado el pago de una indemnización que fuentes cifran en «varios millones de euros». El propio Perelló ha señalado que su objetivo era que se celebraran todos los juicios, pero que el juez insistió en que se llegara a un pacto y cuando el que decide “sugiere” pues es mejor hacerle caso: «Dicho esto el juez, creo, tenía claro lo que había pasado y puso encima de la mesa una propuesta que dejaba bastante claro quién había hecho las cosas bien y quien mal«. Seguramente Perelló se acordó del dicho de que más vale un mal arreglo que un buen pleito.

Curiosamente en su puesto en Sievert Partners, firma de la que es fundador, se destaca como «mediador» y en su formación aparece «Conflict Mediator IE Business School (Spain)». Parece que la mala experiencia le dado para formarse en el tema y ha escrito un artículo sobre El fraude del despido disciplinario en España en dos partes.

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