Koldo Eguren (Ukan Winery): «Hace falta mucho romanticismo para entrar en el negocio del vino»

Koldo Eguren (Vitoria-Gasteiz, 1988) estudió administración de empresas en la Universidad de Navarra y durante varios años se dedicó a crear empresas de producción de vídeos y gestión de redes sociales. En 2018, armado de ilusión y romanticismo, decidió crear una bodega, Ukan Winery, desde la empresa familiar, muy unida al mundo del vino en Laguardia.

Esta es su historia:

  • Ukan nace como bodega de producción limitada con un posicionamiento medio-alto y el fundamental apoyo de su familia. Tras cinco años de inversión, ahora empieza a ver la luz. «No he empezado por completo desde cero, ya que los mejores consejeros los tengo en casa y especialmente mi aita. Nos hemos enfocado en el producto: vendimiamos a mano en cajitas pequeñas y hay personas seleccionando la uva, de tal manera que todo lo que entra en los depósitos de fermentación es de primera calidad. La maquinaria y las tinas, en las que hemos invertido más de un millón de euros, también es de alto nivel. Lo único que no hemos hecho es construir un gran edificio», explicó.
  • Por su posicionamiento, Ukan no es un vino que se pueda encontrar en cualquier sitio. Además de online, se puede comprar en tiendas especializadas y en restaurantes de alto nivel. «Nuestros vinos están orientados a aficionados que quieren descubrir cosas nuevas. Por una parte, tenemos venta directa por cupos anuales que funciona mucho por el boca-oreja. El modelo que seguimos todos es el de Vega Sicilia, un producto cuya demanda siempre supera a la producción. Por otra parte, tenemos a las tiendas gourmet y los restaurantes, donde el sumiller actúa como auténtico prescriptor, y para llegar a ellos hacen falta muchas visitas y una red comercial que he estado construyendo. Queremos repartir mucho la producción por el mundo para amortiguar riesgos», explicó.
  • Eguren está ahora muy ilusionado porque, tras cinco años de espera, sus vinos están empezando a salir al mercado. Pero al mismo tiempo reconoce que el esfuerzo ha sido tan grande que resulta difícil justificarlo por razones económicas. «Solo elaboramos dos vinos que salen de dos o tres añadas completas y que requieren un cierto proceso de crianza. Esto exige mucha espera y almacenamiento de producto. Hace falta mucho romanticismo para entrar en este negocio. Y todavía nos quedan años para que sea rentable. Es cierto eso sí que luego, cuando todo esté ya montado, la estabilidad será muy grande», explicó.

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