Kenny L. Alvarez (Ecomagnet): «Estamos haciendo deep tech. Es disruptivo, pero lleva mucho tiempo»

Kenny L. Alvarez (Santiago, Chile, 1988) estudió ingeniería mecánica y se doctoró en el Ceit donostiarra en ingeniería de materiales. Su trabajo con imanes le ha llevado a fundar Ecomagnet, un spinoff que aspira a reciclar estos componentes de altavoces, electrodomésticos, generadores eólicos, discos duros y diversos motores, incluidos los de los coches eléctricos. «Estamos haciendo deep tech. Es disruptivo, pero lleva mucho tiempo», asegura.

Esto es lo más interesante que nos contó en la entrevista que le hicimos:

  • Alvarez reconoce que Ecomagnet es una suma de casualidades generadas a partir de una tecnología desarrollada en Ceit. El había terminado su periplo en el centro y no pudo rechazar la opción de crear el spinoff. «Me lo ofrecieron desde Ceit y decidí aprovechar la oportunidad. Me gustan los desafíos y en éste, además, implica hacer más gestión que investigación. He tenido que aprender mucho. Tomar decisiones es difícil. Afortunadamente, me están ayudando mucho en formación desde BIC Gipuzkoa y tengo siempre a mi disposición al responsable de spinoffs de Ceit. Se puede decir que hemos tenido suerte de estar en el sitio adecuado en el momento adecuado», explicó.
  • El problema de los imanes permanentes es que están hechos con tierras raras, que generalmente provienen de China y cada vez se demandan más. De ahí que reciclar los que ya han terminado su ciclo de vida tenga mucho sentido. «Los chinos tienden a producir los imanes antes que exportar sus tierras raras, por lo que los fabricantes de motores están muy interesados en nuestra actividad por razones estratégicas. Este mercado mueve 20.000 millones de dólares al año y va a más tanto por la demanda creciente como por las subidas de precios. El crecimiento anual se acerca al 10%. El kilo de imán de tierras raras cotiza a 120 euros. Lo malo es que lo que hacemos es completamente novedoso, tanto en tecnología como en mercado. Es una apuesta interesante pero con mucho riesgo», explicó.
  • A nivel tecnológico, el proyecto de Ecomagnet está a nivel de laboratorio. Aunque funciona a un nivel básico, todavía es preciso mejorar la calidad magnética del polvo generado, así como aumentar su calidad y finalmente realizar el escalado preindustrial del proceso. «Surgen problemas al aumentar la cantidad de material y por eso seguimos desarrollando el producto. Es deep tech; es decir, tecnología disruptiva escalable que lleva mucho tiempo. En nuestro caso, no podremos vender hasta dentro de tres años. Para financiarnos mientras tanto, en setiembre de 2021 captamos 700.000 euros de manos de un fondo de la Universidad de Navarra y de CDTI Innvierte. Sumados a casi 900.000 euros de subvenciones, tenemos dinero para seguir investigando dos años más. A finales de 2022 tendremos que buscar otra ronda de entre 3 y 4 millones ya dirigida a montar una planta piloto. Quizás haya que hablar con empresas industriales», explicó.

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