Javier Yzuel (Food Style): «Mi emprendimiento es pura cabezonería más que tecnología»

Javier Yzuel (Sariñena, Huesca, 1977) estudió en la Escuela de Hostelería de Aragón y ha trabajado siempre por cuenta propia. El amor le llevó a Vitoria-Gasteiz, donde se empeñó contra viento y marea en hacer realidad un sueño imposible: el huevo frito congelado.

Esta es su historia:

  • La idea del huevo frito congelado procede de la época universitaria de Yzuel y de su cabezonería aragonesa. Y no le faltaron detractores desde el primer momento. «En una conversación con mis compañeros de piso de estudiantes decidí que mi proyecto de fin de curso fuera sobre la fabricación y comercialización de un huevo frito congelado. Los profesores me llamaron después la atención porque me había salido del estándar, así que tuve que volver a redactarlo en torno a un negocio más convencional de hostelería. Es cierto que entonces en España había muy poco fast food, el sector que más demanda un producto como el huevo frito congelado por sus facilidades para estandarizar todo el proceso», explicó.
  • Desde entonces, 1998, hasta que ya puso en marcha la primera fábrica de huevos fritos congelados, transcurrieron casi 20 años. En ese tiempo Yzuel trabajó en negocios familiares, abrió un restaurante italiano en Madrid y otro en Vitoria, dio clases de cocina y empezó a hacer experimentos de su idea. «Después de romper 22.000 huevos encontré la fórmula para congelar el huevo frito. Hay que tener en cuenta que el huevo tiene que llegar a 73º de forma instantánea para garantizar la seguridad alimentaria y mantener su sabor. Influyó el factor maño: la cabezonería. Además, mi hobby es hacer realidad cosas que me vienen a la cabeza y que tienen cierto interés. Veía un hueco. Sin olvidar que tener un restaurante es un tanto incompatible con la crianza de los hijos», explicó.
  • Los primeros pasitos en la fabricación masiva del producto los dio en una empresa vitoriana que tenía una cocina central. Primero lo compatibilizaba con su restaurante, hasta que apareció Burger King en su vida. «En 2015 nos concedieron una patente y recibí mails de dos grandes cadenas de comida rápida. Burger King me citó en Madrid y ese mismo día nos contrataron. Está claro que les cubría un huevo. El problema es que todavía no tenía procesos industriales y montarlos era algo sobre lo que tenía un enorme desconocimiento. Se nos fue de las manos por la elevada demanda. Acababa de crear Food Style y tuvimos que pasar de 3 a 56 trabajadores en siete días», explicó.
  • La etapa de Burger King como cliente único para varios países fue muy difícil para Yzuel. La demanda eran tan elevada que le forzó a montar una fábrica más grande con urgencia. «Nunca llegué tarde a ningún pedido, porque el hostelero nunca le dice que no a un cliente. Tuvimos que hacer una inversión muy potente, en la que lamentablemente no quiso entrar el Gobierno Vasco porque decía que esto era una quimera. Nos quedamos sin dinero. Burger King paró pedidos sin avisar y no tuvimos otro remedio que entrar en concurso de acreedores. Es un error depender de un solo cliente y también lanzar una empresa con un solo producto», explicó.
  • Yzuel ha podido levantar el concurso de acreedores de la mano de sus socios y acreedores. Y sobre todo porque una empresa ha comprado la patente europea para fabricar directamente el producto. «Angulas de Aguinaba nos dijo que les interesaba mucho el huevo frito congelado. Se hicieron con la patente para los mercados europeos y ahora lo fabrican y venden ellos directamente en establecimientos como Mercadona. Mi empresa sigue siendo propietaria de la patente para el resto del mundo. De hecho, estamos negociando montar plantas para fabricar 140 millones de huevos fritos al año para un cliente de EE.UU. El problema ahí es el suministro de la materia prima», explicó.

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