Javier Peña (Alterity): «Nadie nos aconsejaba emprender, pero nos ha ido bien»

Javier Peña (Burgos, 1982) estudió ingeniería industrial y trabajó varios años en empresas de electrónica e iluminación hasta que en 2016 se introdujo en el mundo de las baterías de litio. La especialización en esa materia le trajo a Euskadi, donde se ha quedado para emprender junto a otras 4 personas, Jaume Safont, Oriol Puig, Xavier Safont y Cristian Rosiña, a través de Alterity. Nadie les aconsejaba hacerlo, pero no les va nada mal.

Esto es lo más interesante que nos contó en la entrevista que le hicimos:

  • El primer contacto de Peña y de sus socios con las baterías de litio proviene de un proyecto universitario en la UPC catalana en el que diseñaron una moto eléctrica de competición. Esta experiencia le llevó después hasta Rebattery, una empresa de nueva creación en el País Vasco que aspiraba a reciclar estos acumuladores. Y finalmente a crear su propia startup. «Alterity nace para diseñar y desarrollar baterías de litio para movilidad ligera: bicicletas, patinetes, motocicletas pequeñas… Los cinco socios nos conocíamos de diseñar la moto eléctrica en Barcelona, un reto que nos había unido mucho personalmente por la pasión que nos desató. Nadie nos aconsejaba emprender pero creíamos en la idea y considerábamos que tenía cabida en el mercado. Nos ayudaron mucho en Beaz y fundamos la sociedad en Barakaldo», explicó.
  • Alterity nació con muchas ganas pero poco dinero y conocimiento de lo que es el mundo real de la empresa. Para paliar estas carencias, los promotores se apuntaron a todos los concursos, aceleradoras e incubadoras de las que fueron teniendo conocimiento. En uno de esos procesos conocieron al que sería su primer inversor. «Captamos 120.000 euros solo con un powerpoint y algunos prototipos caseros. Además, este proceso nos sirvió para darnos cuenta de que había un mercado más atractivo de baterías en la industria y especialmente en los robots autoguiados (AGV) que se utilizan en logística. Los acumuladores que empleaban, generalmente de plomo-ácido, les duraban solo medio turno y tardaban mucho en recargarse. Nosotros incorporamos baterías de ion-litio más ligeras y con una autonomía muy superior», explicó.
  • El proceso de adaptación del producto al mundo industrial no ha estado exento de dificultades. Las mayores estaban relacionadas con la conectividad con los sistemas de las fábricas, un aspecto que tuvieron que trabajar desde cero. «Integramos un primer prototipo y vimos que funcionaba. Se optimizaban los recursos y todo funcionaba con menos robots. La recarga se aceleraba en 2 ó 3 veces. Nos involucramos tanto que los primeros clientes quedaron muy satisfechos. Tener un socio que les resuelva cada caso es lo que les ha animado a trabajar con nosotros. Ahora estamos abriendo un proyecto de I+D para reutilizar las celdas de las baterías y también estamos identificando nuevos usos domésticos para los acumuladores que diseñamos. Este año entraremos en beneficios», explicó.

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