Industria 4.0: debilidades y fortalezas de Euskadi

Bart Kamp, un investigador de Orkestra, escribía recientemente un artículo en su blog sobre la estrategia vasca de Industria 4.0 en el que criticaba su excesivo contenido tecnológico. Estoy de acuerdo con su diagnóstico pero no tanto con que se trate de una enfermedad. Y me explico.


Kamp establece una clara diferenciación entre la estrategia que siguen las startups norteamericanas, más vinculada a las TICs, y la que siguen las alemanas, relacionada íntimamente con la fabricación. A su juicio, las vascas son más germánicas en este sentido, también por su concepción más social del mundo de la empresa.

Este diagnóstico es correcto, pero creo que le falta un matiz tan relevante como el carácter fundamentalmente de proveedor de las compañías de Euskadi. Mientras la Industria 4.0 alemana puede generar producto final y por tanto abordar otros aspectos innovadores relacionados con la parte comercial, la vasca se tiene que limitar a la optimización de la fabricación. No le queda otra.

El B2B germano es más potente que el de Euskadi, porque une a proveedores y a sus clientes en una especie de objetivo común. En el País Vasco, salvo en el mercado energético, muy debilitado por la carencia de inversiones de Iberdrola y por el alejamiento del centro de decisión de Gamesa, no existe esa simbiosis.

Los proveedores vascos no pueden participar en el desarrollo del producto final hasta el punto en que lo hacen los alemanes. Esto explica también por qué la estrategia germana de Industria 4.0 ha conseguido afianzar a Munich como polo de atracción mundial para todo aquel que ofrece servicios relacionados. Así, la japonesa Fujitsu o las norteamericanas IBM, Microsoft y Accenture han creado en la ciudad bávara sus centros de desarrollo de Internet de las Cosas.

De ahí que nuestra esperanza deba radicar no tanto en las empresas ya consolidadas, que son fundamentalmente proveedores precisamente de firmas germanas, sino en las startups que se crean desde cero. Y ahí sí coincido con Kamp en que resulta fundamental que aborden todos los aspectos de la Industria 4.0 y no exclusivamente los de la fabricación.

Las empresas vascas de nueva creación tienen una enorme oportunidad de empezar a facturar y a aprender de todo el tejido manufacturero local para después desarrollar sus propios productos. Se están poniendo las condiciones para que se produzcan ambos saltos, si bien es cierto que el segundo es mucho más ambicioso, y también complejo, que el primero.

Las claves necesarias para que se produzca exigen, como bien señala Kamp, una concepción de la Industria 4.0 que vaya más allá de los aspectos exclusivamente técnicos, una implicación de profesionales y talento de otros ámbitos y especialmente de los relacionados con el marketing, una educación que potencie la ambición personal y unos instrumentos financieros acordes a lo que supone desarrollar y vender productos por todo el mundo.

Cuando el otro día la consejera Arantxa Tapia reconocía que el Plan de Industria 2020 atiende no solo a «la producción pura y dura», asumí las bondades de nuestra estrategia pública. Ahora lo que falta es que todo el mundo, y especialmente los emprendedores y los que trabajan con ellos, nos lo terminemos de creer.

La frase copleta de Tapia:

En este sentido, el Plan de Industria 2020, establece la estrategia 4.0 como un eje transversal, totalmente ligado a la digitalización, a la conectividad –que es uno de los retos por excelencia de la industria vasca- en la que además de la producción pura y dura, se atienden otras expresiones de la industria ligada a la fabricación avanzada, nuevos modelos de negocio, de organización, desarrollo de talento, etc.

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