¿Hay negocio con los asistentes virtuales?
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Hace unos días cerraba un asistente virtual, Zirtual, tras gastarse en el camino varios millones de dólares. Y no mucho antes, Microsoft lanzaba Cortana, su propia versión de Siri y Google Now, y Facebook daba a conocer su intención de crear uno propio, Monneypenny, que se encargará de ayudar a sus usuarios a la hora de realizar compras online. ¿Hay negocio con este tipo de productos? La respuesta es compleja, porque en este campo empieza a haber cosas muy diferentes y la tecnología e innovación siguen dominando sobre la rentabilidad inmediata, dando ventaja al que más dinero tiene.
Los dos asistentes virtuales más conocidos son probablemente Siri y Google Now, que acompañan a todos los móviles de Apple y Android. Todos nos hemos entretenido un rato hablando con ellos y probablemente hemos acabado frustrados por su lentitud, incapacidad para responder a ciertas cuestiones y, sobre todo, por su escasa memoria para recordar conversaciones anteriores. Hasta ahora han sido más un juego que otra cosa.
Pero lo cierto es que estos asistentes cada día son más sofisticados y, al margen de la usabilidad y simpatía de su interfaz, empiezan a resultar útiles. La inteligencia artificial y el procesamiento del lenguaje natural están avanzando tan rápido que hacen que estos ingenios se parezcan más a un auténtico secretario e incluso vayan más allá.
No se trata solo de convertir las búsquedas en Internet en un ejercicio oral, que es la base de partida de Siri, Cortana y Google Now, sino también de generar auténticos médicos o comerciantes virtuales. Sin ir más lejos, IBM compró recientemente un software de personajes virtuales, Cognea, para que su Watson tenga mayor atractivo y presencia a la hora de dar consejos médicos a los pacientes que ya está empezando a atender.
Los primeros asistentes, como el vasco Anboto, se limitaban a atender al usuario de una web a modo chat. Ahora van más lejos y no solo responden a una serie de preguntas más o menos preestablecidas sino que también interpretan cuestiones novedosas e incluso realizan acciones como organizar una agenda o un viaje en función de los criterios fijados por el usuario.
El francés Wiidii, por ejemplo, busca y reserva trenes y mesas de restaurantes. Otro producto galo, Julie Desk, organiza citas en función de los mails del usuario. Y Donna, que pertenece desde el año pasado a Yahoo!, llega incluso a modificar la agenda en función del tráfico. Hay cientos de asistentes e incluso ya existen tecnologías modulables, como Teneo o Isoco, que se adaptan a las características de una empresa para generarle su propia herramienta.
Isoco, por cierto, batió a Anboto en casa el año pasado al ganarle el concurso convocado por la Universidad del País Vasco para atender a los estudiantes vía web. El centro educativo quería un software que fuera capaz de responder en una media de un segundo y nunca más de 10 segundos y estaba dispuesto a pagar 33.800 euros al año para tenerlo en funcionamiento en sus páginas en inglés, castellano y euskera.
Es evidente que los asistentes virtuales terminarán imponiéndose tanto como interfaz de relación entre máquinas y personas y, sobre todo, como grandes memorias inteligentes que facilitan nuestro día a día a la hora de tomar decisiones triviales o de recordarnos determinadas cosas. Su primer uso está siendo profesional, pero hay mucho dinero que hacer en el ámbito del comercio electrónico, como bien sabe Facebook, en el de la salud, en el del tráfico o en el bancario. De hecho, todas las grandes marcas de automoción y banca están avanzando por esta línea.
Siri, Google Now y Cortana serán probablemente interfaces que den acceso a los productos de múltiples startups que desarrollen asistentes de nicho. Cobrarán una especie de peaje por ello, más o menos como hoy hacen con los markets de aplicaciones. Luego estará el ámbito industrial, que tendrá sus propios productos que unirán inteligencia e interfaz y que tendrán a la salud, a las inversiones y a la energía como probables primeros espacios.
¿Que pintará Sherpa, hermana de Anboto, en todo este mundo? Su posicionamiento ha sido hasta ahora más cercano al de un Siri o un Google Now, un ámbito en el que resulta difícil aportar novedades. Yo veo más negocio para el asistente vasco en la unión entre su capacidad de procesamiento del lenguaje y la inteligencia que pueden aportar empresas más o menos clásicas. Así, si unimos Sherpa Iberdrola, podríamos encontrar un brillante artilugio domótico.