Francisco Carranza (Basquevolt): «No tengo ninguna duda de que desarrollaremos nuestras baterías pero tenemos que llegar antes que otros»

El ingeniero industrial Francisco Carranza (Sevilla, 1976) ha sido hasta ayer el CEO de Basquevolt, la startup vasca que aspira a producir baterías de estado sólido. De espíritu paciente, su misión ha consistido en desarrollar un producto que todavía está en fase de I+D, captar financiación para que el motor no se pare y mirar de reojo a posibles competidores para diferenciarse de ellos y llegar antes a conseguir resultados.


Esta es su historia:

  • La carrera profesional de Carranza se ha desarrollado siempre en entornos internacionales en torno a la automoción y desde 2008 en la electrificación de los vehículos. Y en 2022 una referencia en el sector, el profesor Michel Armand, consejero científico de CIC energiGUNE, que fue quien concibió las primeras baterías elécticas de la historia, le llama para que se venga a Euskadi. «La oportunidad era única. Es como si te llama Messi para hacer un equipo de fútbol. La humanidad siempre avanza de la mano de personas visionarias. El Gobierno Vasco había impulsado esta iniciativa con una visión muy necesaria y muy relevante. Hay una transformación industrial que hacer. Y se creó un ecosistema de inversores, con actores como Iberdrola, Enagás y CIE Automotive, que daba confianza», explicó.
  • La tesis con la que nace Basquevolt es que la tecnología actual de baterías no permite la electrificación total del automóvil. La siguiente generación, basada en el estado sólido, permite hacerlas más ligeras, pequeñas y baratas, para romper sus limitaciones técnicas. «Las baterías de litio fueron concebidas para la electrónica de consumo de los setenta y no son eficientes en coches. Por no hablar ya de aviones, camiones o trenes. Tecnológicamente deberíamos llegar a conseguir desarrollar estas nuevas baterías porque contamos con uno de los mejores equipos del mundo. No tengo ninguna duda de que lo conseguiremos. Pero no somos los únicos que trabajamos en este campo y otro reto es llegar antes que chinos y americanos», explicó.
  • Más que la parte tecnológica, lo que a Carranza le quita el sueño es el tema financiero. No en vano, la sueca Northvolt (con una tecnología convencional) acaba de quebrar con una deuda superior a los 1.000 millones de euros, que contrastan con los 10 millones de euros de la última ronda de Basquevolt, anunciada precisamente ayer. «Necesitas equipos científicos de primera línea y eso cuesta dinero. Hemos cultivado una cultura de frugalidad. Llevamos dos años y medio y hemos demostrado que podemos ir cinco veces más rápido que otros investigadores. El primer año ya teníamos celdas del tamaño de un móvil y ahora ya tenemos unas aptas para automoción. En verano hemos entregado algunas muestras a futuros clientes, pero este proceso puede dilatarse hasta cinco años. Lo que no sabemos todavía es si fabricaremos nosotros o licenciaremos el producto. Nuestra misión es por el momento desarrollar una tecnología, no necesariamente fabricar», explicó.

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