Esta vez Jainaga no tiene razón

Hace pocos días José Antonio Jainaga, el dueño de Sidenor, aprovechó un evento en Donostia al que también había acudido el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, para echarle en cara la falta de apoyo del Gobierno de España a la imposición de fuertes aranceles a la importación de coches eléctricos de China. A su juicio, la resistencia a imponer estas medidas está debilitando a la industria automovilística europea, incapaz de competir por el momento en precio. Pero esta vez Jainaga no tiene razón.


Otras veces hemos aplaudido su valentía a la hora de decir las cosas que muchos piensan y pocos reconocen en público. Como cuando criticó a los sindicatos por haber impulsado unos costes salariales que hacen a sus fábricas menos competitivas o cuando alzó la voz contra Iberdrola por las enormes subidas de las tarifas eléctricas. Jainaga siempre habla claro y no tiene pelos en la lengua, lo cual es de agradecer.

En el caso de los vehículos eléctricos chinos no es, además, el único que ha alzado la voz. Al margen de Josu Jon Imaz, que sigue defendiendo el motor de combustión por razones obvias, hoy mismo varios medios publican una columna de Javier Quesada, el CEO de Teknia, que fabrica componentes de automoción, defendiendo la adopción de medidas de apoyo a los vehículos de gasolina y diésel.

«Es esencial que mantengamos un enfoque equilibrado que incluya todas las alternativas de motorización, sin demonizar ninguna de ellas. La electrificación total no debe ser nuestra única meta; debemos considerar también como prioritarias soluciones híbridas y otras alternativas que permitan una transición más gradual y sostenible basada en la mejora tecnológica», afirma.

Ninguno de ellos es independiente. Quesada vende a los fabricantes de coches, que están en horas bajas. Lo mismo ocurre con Jainaga, ya que el 70% del acero que sale de las plantas de Sidenor se utiliza como chapa de vehículos. Su problema es que cada vez se venden menos coches europeos y cada vez más de China. Por una parte, porque la población cada día demanda menos este tipo de vehículo y, por otra, porque los asiáticos, coreanos incluidos, han sabido posicionarse mejor en el mercado del eléctrico.

La tendencia social a comprar menos coches, especialmente entre los jóvenes, va a ser difícil cambiarla. Y el posicionamiento de los fabricantes europeos es, sobre todo, culpa de ellos. Acomodados en ingresos y beneficios fáciles, apenas han innovado en los últimos años, dejando que los asiáticos les adelanten con vehículos más modernos y con mejor precio. Ahora se están dando cuenta de su error.

¿Es la solución imponer aranceles a los chinos para facilitar las cosas a los made in Europe? Quizás les dé un respiro, pero la señal que se lanza al mercado es de lo más negativo. El libre mercado tiene un sinfín de ventajas, que se rompen cuando se trata de dar facilidades a unos en perjuicio de otros. La destrucción creativa, la misma que permitió sustituir los Altos Hornos de Vizcaya de 11.000 trabajadores por una acería eléctrica con apenas 300 empleados o a Irizar cambiar los caballos que tiraban de sus diligencias por otros de vapor, debe ser siempre prioritaria. Por mucho que le duela a Jainaga.

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