En el Orient Express

Van dos hombres en el Orient Express, en el mismo vagón, solos… Pasa toda la mañana… pasa toda la tarde… pasa la noche… y cuando llega el amanecer le dice uno al otro:


– Oiga…¿usted de donde es?…
– ¡Coño!… Yo soy de Bilbao, ¡ostia!
– Ahí va la Virgen!… qué casualidad… ¡yo soy de Santander! Ostia la tía… ¡los dos del Norte!…
– ¿Y usted a qué se dedica?
– ¿Yo? Soy violinista…
– ¡Me cago en la puta!… Qué puñetera casualidad… ¡¡yo también!!
– ¡No puede ser, cojones!… ¿También violinista?… Pues yo toco el violin de cojones, te lo advierto…
– Pa buen violinista yo, tío, ¡soy el mejor de España!
– ¿El mejor de España?… ¡Vamos hombre! ¡¡Si yo soy el mejor de Europa!!
– Mira tio… fíjate si yo tocare la hostia de bien, que cuando toco el violín en la iglesia de mi pueblo, en Santander, ¡¡la Virgen de madera llora!!
– Pues yo, el otro dia toqué el violín en la Catedral de Bilbao y de lo bien que lo hice, baja el Jesucristo de la cruz, me da un abrazo y me dice: «¡Eso sí es tocar, y no lo que hace el hijo puta de Santander que hace llorar a mi madre!».

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