El fundador «echado» de Enigmedia cuenta cómo superar un despido de un «proyecto personal»

«Te han echado de tu startup, ¿y ahora qué?». Así se titula el artículo escrito por Iker Hernández, el fundador despedido «de la manera más abrupta posible» de Enigmedia hace un par de meses, en el que explica los pasos que ha dado para superar este «batacazo». «A pesar de lo amargo de este final, no ha minado mi afán de emprendedor, ni la intensidad y la ilusión de crear algo nuevo y propio desde cero», concluye, antes de anunciar que ahora trabajará por cuenta ajena.


Hay que recordar que Hernández, junto a dos compañeros de universidad, cofundó hace cinco años Enigmedia, startup que ha sido «el centro» de su vida durante todo ese tiempo. «He dedicado una media de 90-100 horas semanales a dicho proyecto», reconoce, aunque después precisa que en los últimos meses había perdido la pasión, aparentemente coincidiendo con la entrada del fondo de inversión Mundi Ventures.

El relato es muy similar al de otros emprendedores: excesivo número de horas de dedicación al proyecto y, como consecuencia, dificultades en las relaciones personales, con especial incidencia en las de pareja. La startup se convierte en el centro de la vida de quien la crea, que no tiene ojos ni tiempo para otra cosa. Es una especie de hijo que pide y pide, sin dar nada a cambio. El que no lo vive de esa manera probablemente no es un emprendedor de verdad.

Y lo malo es que después de esos sacrificios casi nunca llega la venta y el éxito, que es lo que todo fundador busca. Lamentablemente, las más de las veces lo que ocurre es que el dinero se acaba y no queda más remedio que cerrar y tirar a la basura todo el esfuerzo realizado. El caso de Hernández es más duro si cabe: de repente, sin poder preverlo de ninguna manera, alguien te dice que tú no vales y que, por muy fundador que seas, es mejor que estés en la calle. Así de duro.

¿Y qué ha hecho? Según indica en su artículo, se ha refugidao precisamente en aquellos a los que había excluido durante cinco años: amigos, familiares y pareja. «Todos ellos han supuesto un verdadero apoyo en este batacazo de perder lo que había sido el centro de mi vida los últimos años», indica. «Al principio es difícil no sentir que has fracasado para que la aventura terminase de este modo, pero muchos de vosotros con vuestra opinión y puntos de vista diferentes, me habéis hecho entender y ver cosas que era incapaz de asimilar cuando estaba dentro del proyecto. De esta manera me habéis ayudado a poner orden y un punto y final, a esta parte de mi vida», añade.

Su decisión de aparcar el emprendimiento y trabajar por cuenta ajena es lógica y más que comprensible. Todos los fundadores echamos constantemente la vista atrás, para recordar aquellos tiempos en que no teníamos que responsabilizarnos de llegar a final de mes, de que los clientes estén satisfechos y de que toda la organización esté motivada cada día. Es una carga muy pesada que en el día a día ofrece muy pocos estímulos, salvo la ilusión, la inocencia y el optimismo que Eneko Knörr reconocía recientemente que tiene que tener todo emprendedor.

El que funda una startup casi nunca sabe en qué charco se está metiendo. Si le va bien, igual sale en las portadas de los periódicos y sube al altar de los triunfadores. Pero en el camino tendrá que levantar y bajar muchos días la persiana él solito mientras observa que fuera de su empresa hay vida y que hasta hay gente que disfruta de ella, cuando él apenas tiene otra cosa en la que pensar que su proyecto. Sacrificado no, lo siguiente. Así que sí, espero que Hernández olvide pronto esta etapa y viva a partir de ahora un poco más fuera de esta burbuja estartapil que tantas penalidades conlleva.

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