El feo de ITP al lehendakari en su viaje a EE.UU.
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Es difícil entender el viaje del lehendakari a Estados Unidos, algo que él mismo reconoce, no tanto por las vinculaciones culturales y económicas con Euskadi de su cuarto socio comercial como por el momento, en medio de una fuerte presión política de la que van a surgir más restricciones que oportunidades. Sea como fuere, Imanol Pradales y su ministro de asuntos exteriores, Ander Caballero, se han plantado allí con una agenda un tanto escasa.
Además de la habitual charla con políticos de la diáspora, tradicionalmente republicanos aunque últimamente encabezados por el demócrata John Garamendi, ha aprovechado su estancia en Washington DC para reunirse con una decena de empresas vascas presentes en EE.UU. En esa capital artificial cuyo modelo se copió a la hora de llevar el Gobierno y el Parlamento Vasco a Vitoria-Gasteiz, ha recordado a los presentes que el principal producto exportado desde Euskadi en 2024 fueron los turborreactores y turbopropulsores para aviación. Es decir, el producto que sale de la fábrica de ITP en Zamudio y de ninguna más.
Sin embargo, allí no estaba ningún representante de una empresa que se da la circunstancia de que está participada por el Gobierno Vasco. ¿Cómo puede explicarse semejante feo? Simple y llanamente, porque el fabricante aeronáutico cree que ya hizo bastante esfuerzo «político» recibiendo a Pradales y a toda su corte hace 15 días en Zamudio. De eso no se come. ITP lo que quiere son contratos. Y punto.
Por si fuera poco, Bain, el accionista mayoritario de ITP, no tiene que hacer la pelota a nadie y mantiene a los gobiernos vasco y español como socios porque le han obligado a ello. No son precisamente cómodos, porque le van a imponer condiciones el día que quiera vender, claro está. Y eso es lo último que quiere un fondo.
Lamentablemente, este viaje (y otros muchos) tienen más que ver con los intereses particulares del lehendakari que con los de las empresas vascas. ¿Hay oportunidades comerciales en este momento en EE.UU.? Probablemente ninguna. Más bien es el tiempo de esa «defensa industrial» para cuyo objetivo se estableció un comité fantasma hace un mes en Euskadi, también por razones más comerciales que reales.
¿Entonces qué pintaba el lehendakari en EE.UU? Solo cabe una respuesta, aunque un tanto rebuscada. Su agenda está muy marcada por Ion Muñoa, otro ex investigador de Deusto que le acompañaba en el viaje y que es quien está marcando una estrategia de márketing dirigida a la «diferenciación» respecto de otros políticos (y lehendakaris). «Nuestra apuesta es a largo plazo, a diferencia de las de otros», decía Pradales.
Así que mandarle a EE.UU. cuando ningún otro político del mundo va a visitar este país es una forma de marcar distancias, de presentar al lehendakari como un estadista valiente que se atreve con cualquier reto, incluso con Trump. Esta teoría, que me ha compartido un reconocido analista, es la única que he sido capaz de admitir como razonable. Aunque es rebuscada. Sea como fuere, han fallado los detalles. Al menos el de ITP.