El consejero de industria, primero en apuntarse a la jornada de cuatro días a la semana

Sabido es que el Ministerio de Trabajo que comanda Yolanda Díaz y hasta hace bien poco la ex vicelehendakari Idoia Mendia tratan de convencer a las patronales, porque los sindicatos lo tienen muy claro, para poner en marcha experiencias de jornadas de cuatro días a la semana. Pero curiosamente va a ser el nuevo consejero de Industria, Mikel Jauregi, el primero en aplicárselo a sí mismo. Solo trabajará en Euskadi de lunes a jueves.


Los viernes estará con su pareja en Londres, donde se supone que teletrabajará. Fue una de las condiciones que Jauregi impuso al lehendakari antes de aceptar su oferta para regresar a Euskadi, un precio que Imanol Pradales ha aceptado pagar. Y para evitar indiscreciones, el equipo de gobierno ya está articulando todos los mecanismos necesarios para que el nuevo consejero de Industria no tenga apariciones públicas los viernes, parlamento vasco incluido.

El de la jornada de cuatro días, que en el fondo es una reducción a 32 horas semanales, es un debate en el que el PNV ha evitado entrar hasta el momento, lo que probablemente explica por qué Mendia lo adoptó como una forma de marcar distancias. En abril de 2023 llegó a anunciar una serie de pilotos, negociados con UGT y CC.OO., que se llevarían a cabo durante 2024 y de los que no se ha vuelto a saber nada.

Confebask se alejó desde el primer momento, una posición que en Madrid también secunda la CEOE ante las presiones de Yolanda Díaz, que quiere incluso cambiar la regulación. Si siguen adelante sus planes, para final de año la jornada semanal se reducirá de 40 a 37,5 horas, como paso previo a modificaciones ulteriores.

Contrasta el debate español con lo que ocurre en Grecia, donde se acaban de aprobar las normas necesarias para que en algunos sectores se puedan trabajar 48 horas semanales. Es decir, también los sábados, como antaño. Su objetivo: reducir el trabajo en negro y aumentar la productividad en las industrias que tienen que competir con otros países en los que los empleados pasan más horas en su puesto.

Es cierto que las jornadas largas se suelen asociar con menor eficacia, con estrés laboral y con presentismo, ese mal que afecta a muchos trabajadores que pasan mucho tiempo en la oficina solo para hacerse ver. La inteligencia artificial, que amenaza con suprimir millones de empleos, también se utiliza como argumento a favor del reparto del trabajo.

Pero al mismo tiempo hay que recordar que las experiencias más conocidas de reducción de días laborables han estado asociadas con campañas de márketing o con sectores, como el informático, en los que el recurso escaso es la mano de obra cualificada. «A todos nos gustaría trabajar menos e incluso cobrar más, ¿pero es posible?», se preguntó en su momento el ex consejero vasco de Hacienda, Pedro Azpiazu.

Sin olvidar tampoco que Samsung está pidiendo a sus directivos que trabajen los sábados o incluso los domingos ante la enorme presión que exige estar al día en un sector tan cambiante como el de la electrónica de consumo. ¿Va a poder Jauregi gestionar desde Londres sus obligaciones en Euskadi? Quizás sí, pero el ejemplo que va a dar a los empresarios, los principales clientes de su consejería, quizás no vaya a ser el mejor.


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