Eduardo Jauregui (Irisbond): «A raíz del covid, estamos desarrollando tecnología para llamar al ascensor con la mirada»

Desde Irisbond, Eduardo Jauregui (Donostia, 1970) lleva varios años dedicado en cuerpo y alma a que las tecnologías de la información se puedan manejar con los ojos en lugar de con las manos o la voz. Sus primeros clientes fueron personas con dificultades de movilidad y de comunicación por voz, pero ahora está extendiendo su know-how a ámbitos muy diversos. Sin ir más lejos, a raíz del covid, ha empezado a aplicar esta tecnología a la operativa de un ascensor.

Le entrevistamos y esto es lo más interesante que nos contó:

  • Irisbond surge en 2013 cuando Julián Flórez, director de Vicomtech y antiguo tutor de Eduardo Jauregui en Tecnun, le introduce a uno de los desarrollos que habían realizado con visión artificial en el centro tecnológico. Hacía falta un plan de negocio y Jauregui se pone a ello. «Primero lo orientamos hacia la comunicación alternativa para personas con dificultades tipo ELA, parálisis cerebral o tetraplejia. Con nuestra tecnología de eyetracking, que cuesta unos 2.000 euros, hemos permitido incluso hablar a 2.000 personas de todo el mundo. Además, desde el año pasado está financiada por la Sanidad pública. Hemos conseguido un enorme impacto social más allá del negocio», explicó.
  • Jauregui vio desde el principio que el potencial del eyetracking iba más allá de la comunicación alternativa. Con ABB, en el marco del programa de aceleración Bind 4.0, iniciaron pruebas para manejar un robot con la mirada. Tras este primer éxito, han aplicado algo similar para el control de procesos industriales, esta vez de la mano de Dell.
  • Es durante el confinamiento cuando Irisbond ha dado un paso de gigante, que espera se confirme con la aprobación de un proyecto europeo de varios millones de euros que tuvieron que preparar en cinco días (y noches). La necesidad de desarrollar tecnologías «sin contacto» se planteó, de la noche a la mañana, como una oportunidad para la empresa y llevó a Jauregui a movilizar todos sus recursos. Llamó a empresas como Orona, Salto Systems, Ibermática o Kutxabank para plantear diversas soluciones con eyetracking para acciones que hasta ahora exigían el uso de las manos. «La tecnología, que es transversal, estaba ahí pero nadie veía la necesidad», explicó.
  • Con Orona ha planteado elevadores inteligentes para edificios de oficinas que se mueven con la mirada e incluso identifican al personal que puede utilizarlos. Con Kutxabank las pruebas se dirigen a poder sacar dinero de un tajero sin tocar la pantalla. Con Salto Systems se trata de poder abrir puertas. Finalmente, con Dell e Ibermática han diseñado sistemas de uso más industrial. «Al principio del covid-19 se nos cayeron muchos clientes, pero ahora creemos que vamos a crecer mucho y hemos reforzado la liquidez de la compañía», explicó.
  • Irisbond tiene actualmente 18 empleados y cuenta con fondos como Fitalent (Everis), Seed Gipuzkoa o Geroa en su capital que espera ampliar próximamente. Compite de tú a tú con un puñado de empresas de eyetracking de todo el mundo y espera tener disponible para después del verano una tecnología que le va a poner incluso por delante al evitar la dependencia de Windows. «Vamos a sacar al mercado un producto que es compatible con otros sistemas como Android, con lo que ya no hará falta un hardware determinado y se podrá usar con un simple móvil. Va a ser una disrupción total. Lo que somos hoy no tiene nada que ver con lo que seremos dentro de seis meses», explicó. Se trata de un proyecto en el que Irisbond se está apoyando en el MIT.
  • Dado el elevado componente de innovación que Irisbond introduce en su día a día, le pedimos a Jauregui que explicara las metodologías que utiliza en este terreno. «Dentro de la empresa creamos grupos de trabajo que tratan de identificar oportunidades de negocio. El objetivo es cuestionarnos todo lo que hacemos, pero sintiendo que todos estamos involucrados y podemos mejorar juntos. También debatimos entre todos, una vez al mes, lo que se ha decidido en el consejo de administración. Este debate concluye con una comida en una sociedad gastronómica en la que cada vez cocina una persona distinta», explicó.

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