De Unipapel a Adveo y del papel a la informática

Unipapel
Unipapel (Photo credit: tnarik)

Ayer se daba a conocer un caso flagrante de cártel empresarial para evitar la competencia e inflar los precios de los sobres electorales. La mayor multa, de 20 millones de euros, ha recaído sobre Unipapel, otrora líder español de fabricación de productos de papelería y hoy reconvertido en distribuidor de material de oficina. Sin embargo, por haber colaborado de forma fundamental con las autoridades (aparentemente, fue quien dio el chivatazo), se le ha eximido del pago de la sanción. Buen momento para conocer mejor a esta firma, que tiene su sede en Tres Cantos y fábricas en Gipuzkoa y Rioja, y que hace pocos meses cambió de nombre para hacerse más internacional y tecnológica.

Ahora se llama Adveo y sigue siendo líder en transformación y distribución de los productos que la han hecho conocida: material de correspondencia (sobres), oficina (carpetas archivadoras) y escolar (cuadernos). Pero todos ellos están en declive y el año pasado redujeron sus ingresos entre un 5,2% y un 13%.


¿Qué está ocurriendo? Simple y llanamente, que cada vez se envían menos cartas de papel y niños y trabajadores utilizan menos carpetas y cuadernos, que sustituyen progresivamente por programas informáticos y bases de datos online. De seguir anclada en estas actividades, hoy Unipapel estaría atravesando una grave crisis. Sin embargo, está intentando reinventarse.

En 2008 compró Adimpo, un mayorista informático especializado en consumibles para impresoras y que tiene una importante presencia en el exterior: el 58% de sus ingresos provienen de fuera de España. Sus efectos sobre la compañía han sido tan importantes que en 2011 las actividades tradicionales apenas generaron un 10% de la facturación de Adveo.

«La compra de Adimpo ha sido, probablemente, el acontecimiento que más ha transformado a Unipapel en su historia», decía Angel Moreno, su consejero delegado, a una publicación bursátil. Pero no es oro todo lo que reluce. Esta evolución está empezando a generar ciertas tensiones financieras. Así, en 2011, el resultado de explotación de Adveo fue negativo.

¿Qué ha ocurrido? Al descenso de la facturación de los productos tradicionales hay que unirle una política expansiva muy costosa. En 2011 Adveo compró la división europea del mayorista de material de oficinal Spicers, una operación que le costó 1,9 millones de euros solo en términos de «asesoramiento» y otro millón de euros en provisiones para despedir a algunos empleados de la nueva adquisición.

Por no hablar del importante endeudamiento que supone, del orden de 145 millones de euros, que pone a Adveo en una situación muy comprometida. Si alguno de estos negocios sale mal, la baraja de naipes financiera que están construyendo sus gestores se derrumbaría rápidamente, destruyendo un negocio ya casi centenario.

Y es que Unipapel nació en 1976 de la fusión de tres firmas históricas: la riojana Papyrus, la madrileña Segundo Moreno y la guipuzcoana Vascongada de Sobres y Bolsas. Los dueños de las tres compañías, las familias Bezares (Papyrus), Moreno de Tejada (Segundo Moreno) y Muguerza Salaverria (vascongada), se aliaron para crear un gigante de la papelería y el cartonaje con un capital fundacional de apenas 600.000 euros.

A diferencia de Papelera Española, que estaba especializado en la materia prima, Unipapel tenía producto final y supo hacer marca. Pronto se hizo con el 30% del mercado español de sobres y cuadernos, hizo lo propio en el nuevo mercado del archivo e incluso empezó a vender artículos de terceros bajo su marca.

El éxito fue tal que pronto les llevó a abrir nuevas fábricas, a salir al exterior e incluso a crear, en alianza con la firma francesa Lyreco, una joint-venture dedicada a la comercialización al por mayor de artículos de papelería y escritorio en España bajo el nombre de Ofiservice. En 2007 se liquidó esta sociedad con un importante beneficio: 54 millones de euros.

Hoy en día Adveo mantiene sus fábricas, pero es evidente que ha dejado de ser una empresa industrial para convertirse en un mayorista de ámbito europeo. De seguir por ese camino, sospecho que el siguiente paso será el cierre de sus plantas productoras o su venta a un tercero que se quiera dedicar a esa actividad.

¿Es el futuro la intermediación con productos de otros? Evidentemente, fabricar en Europa productos informáticos y de oficina tiene muy poco futuro. Pero no tengo claro que la intermediación aporte demasiado valor añadido. De hecho, no todos los negocios de ese tipo le han salido tan bien como Ofiservice.

También tuvo un 3,3% del capital del mayorista ADLI, que le costó 1,6 millones de euros y que vendió por un euro en 2007. Spicers le ha costado 272,5 millones de euros y es cierto que la operación le coloca en el mapa a nivel internacional, pero en un sector donde ya hay grandes multinacionales de origen norteamericano.

Hay otros datos que no tienen muy buena pinta. Al margen del fuerte endeudamiento, abonar 1,9 millones de euros a un socio, N+1, por su intervención en la compra de Spicers, tiene mala pinta. Tampoco me ha gustado que un tercio de lo obtenido con la venta de Ofiservice, 19 millones de euros, se haya repartido como dividendo.

¿No habría sido más sensato destinarlo a reducir deuda? Así no me extraña que uno de sus accionistas tradicionales, Bestinver, ligado a la familia Entrecanales, vendiera la mayor parte de sus acciones el año pasado. Siguen en el capital el fondo QMC de N+1 (10%), Banca Cívica (5%) y las familias fundadoras: los guipuzcoanos Muguerza (6%) y los madrileños Moreno de Tejada (14%). De los riojanos permanece Juan Antonio Lázaro, actual presidente y hombre muy ligado a la Universidad Comercial de Deusto.

(Actualización 3.01.14) Adveo ha vendido al fondo suizo Springwater sus fábricas de Aduna, Logroño y Tres Cantos por 16 millones de euros, con lo que ya solo mantiene su actividad como distribuidor de productos y servicios para la oficina.

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