Crowdsourcing y legislación

Estoy convencido de que los métodos actuales para crear leyes son poco eficientes y escasamente democráticos. De ahí surge todo un submundo de lobbies y corruptelas varias que han convertido nuestro sistema político en uno escasamente participativo. Teniendo en cuenta la enorme evolución tecnológica que se ha producido en torno a la colaboración online, no me explico por qué no se han introducido todavía métodos de crowdsourcing en el proceso legislativo.


Ha habido intentos de cambiar las cosas. Recuerdo a Parte Hartu, un sistema introducido en el Parlamento Vasco para abrir la participación a los ciudadanos pero que se topó con una exigua colaboración por parte de los políticos. Y el problema es que, sin estos últimos, nada se podía mover.

En el Reino Unido tienen un sistema de «petición online» que parece ser más efectivo, en cuanto solo exige 100.000 respaldos. Me consta que en Bruselas también los están introduciendo. Y en Finlandia acaban de aprobar una ley que permitirá a 50.000 ciudadanos apoyar un proyecto de norma, de tal manera que se tenga que tratar en el Parlamento. Esta iniciativa popular también existe en España, pero exige 500.000 firmas manuscritas. Hay gente que está trabajando para llevar esto a Internet pero sin apenas efectos.

En Finlandia, sin embargo, va a ser posible recoger apoyos a través de Internet y, para identificarse, se podrán utilizar los códigos bancarios y los que facilitan los operadores móviles, con lo que también se eliminan las restricciones que actualmente supone la firma digital. Por cierto, la plataforma que se está usando en el país escandinavo, bautizada como «Open Ministry» es de software libre y se puede, por tanto, utilizar en cualquier otro sitio.

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