Coronavirus: ¿cómo saldremos de aquí?… con ayuda de la tecnología

Confinar a la población en sus casas con la ayuda de la Policía para luchar contra la extensión del coronavirus ha sido relativamente sencillo, pero ahora que los contagios se están reduciendo toca pensar en cómo regresar a la situación anterior. Y no es sencillo porque, como su extinción es imposible hasta que no esté todo el mundo inmunizado, cualquier despiste puede generar un repunte de la enfermedad. Afortunadamente, la tecnología nos va a ayudar significativamente.

En primer lugar, separando a la población no infectada. Básicamente se trata de crear zonas libres de virus en las que solo podrán entrar los que hayan sido previamente testados negativo, lo que exige de alguna manera aislar a los posibles focos de contagio respecto de estas «sociedades puras».

Esto se hará, rápidamente, en las islas y en ciudades pequeñas, por lo que probablemente empezaremos a ver iniciativas de este tipo a partir de mayo. Sería lógico también que todas las residencias de ancianos operaran de esta manera desde ya: los cuidadores tendrán que ser testeados con cierta frecuencia.

En segundo lugar, otorgando a la población carnets en función de su nivel de infección. Esto es costoso porque exige hacer infinidad de tests y repetirlos a cada ciudadano para evitar que se cuele un falso negativo (el 33% de los análisis). Pero es la opción que se está estudiando más seriamente en este momento en España.

Una vez que se confirma que alguien es positivo y está inmunizado, se le puede dar un «permiso», probablemente insertado en su smartphone, para hacer una vida normal e incluso acudir a eventos masivos. Martín Varsavsky, que ha profundizado mucho en este tema, propone también que esta «licencia» se otorgue a las personas menores de 30-40 años, dado que su grado de mortalidad una vez contraída la enfermedad es cercana a 0.

El hecho de que en Francia y Reino Unido se haya constatado que más del 80% de los pacientes de coronavirus son obesos da otra idea de por dónde pueden ir los tiros. Las personas que se cuidan podrán hacer una vida normal y las que no lo hagan es probable que tengan que seguir manteniendo cierto confinamiento.

¿Se podría escapar alguno? Sí, porque los tests tienen un alto grado de error, pero los expertos creen que esto no supondrá un grave problema, dado que una vez detectado, se puede hacer un seguimiento completo de con quién ha estado. Es aquí donde entran en juego las tecnologías móviles que quiere desplegar el Gobierno de España y que ya se han empleado en Asia e Israel.

Sea como fuere, un sistema de este tipo, que cada vez parece más evidente que no es ciencia ficción y va a ser necesario a corto plazo, exige ciertos cambios legales e incluso morales. Si aislar solo a ciertas personas es la única opción para que el mundo siga funcionando, es probable que sea preciso aprobar en España una ley orgánica (exige mayoría absoluta en el Congreso de los diputados), en cuanto afecta a los derechos fundamentales. También será preciso proteger con una renta básica a esas personas que no podrán trabajar temporalmente.

Hay que mencionar finalmente a las soluciones permanentes, basadas en la investigación farmacéutica. Primero con medicamentos que reduzcan el número de personas que fallecen. En España me consta que ya se está suministrando cloroquina, un fármaco que se utiliza para evitar la malaria, a los pacientes de coronavirus. Habrá importantes avances dado que hay mucho dinero en juego.

En segundo lugar, con una vacuna. Es cierto que su desarrollo requiere todavía más de un año de trabajo, pero también es verdad que hay varios laboratorios que están tratando de reducir ese plazo. Fundamentalmente, utilizando vacunas ya existentes y que tienen la ventaja de que ya están aprobadas.

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