César Claver (Latch): «Hemos vendido más de 5.000 cinturones por Internet»

César Claver (Valencia, 1997) fundó Latch, una startup de venta online de cinturones de cuero mientras estudiaba empresariales y derecho en Deusto. Aunque ahora trabaja como analista en KPMG, mantiene su negocio paralelo, con el que ya ha vendido más de 5.000 artículos.

Esto es lo más interesante que nos contó en la entrevista que le hicimos:

  • Latch nació de una necesidad, la de comprar un cinturón de cuero. Claver, a quien le gusta vestir clásico, buscó este artículo por internet y en muchas tiendas físicas y finalmente lo encontró casi por casualidad en un pequeño comercio de Bilbao. «Era un producto artesanal, un poco caro y difícil de encontrar. Así que vi una oportunidad en envolverlo bien y adaptarlo más al diseño europeo. Es lo mismo que han hecho marcas como Hawkers o Pompeii con productos como las gafas o las zapatillas y yo pensé que se podía aplicar a los cinturones. Lo comenté con mi novia, Sofía Martínez-Sapiña, y con un amigo, Manu Sendagorta, y los tres nos lanzamos», explicó.
  • En el proceso de puesta en marcha de Latch hubo dos fases bien diferenciadas: una primera de investigación de proveedores y negociación con ellos y una segunda de lanzamiento y comercialización. «Encontramos unas comunidades de artesanos en Guatemala que elaboraban un producto como el que queríamos. Los fabricantes españoles decían que era imposible hacerlo aquí. Pusimos 1.000 euros cada uno de los socios y compramos 350 unidades a los guatemaltecos para venderlas. Tuvimos que anticipar el dinero y nos podían haber timado. Después creamos la web y también desarrollamos una pequeña plataforma B2B para vender a minoristas, primero de Bilbao y después de toda España. Para darnos a conocer hemos utilizado mucho el whatsapp con los amigos y después Instagram», explicó..
  • Claver ha emprendido en paralelo a su actividad profesional, lo que tiene ventajas y desventajas. Lo bueno viene del menor riesgo corrido y lo malo de las dificultades que plantea a la hora de poder crecer. «Emprender es una aventura complicada y más aún en este país, donde si te va mal todo van a ser problemas. Hemos tenido suerte y el producto ha tenido una acogida muy buena, pero podían habernos timado o bien no haber funcionado. Hemos intentado ampliar la fórmula a otros artículos y especialmente a bolsos de algodón. Los vendimos todos en mes y medio, pero al no dedicarnos a tiempo completo a esta actividad no podemos abarcarlo todo. Otro de nuestros objetivos es ir a mercados internacionales», explicó.

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