Burger King y la Euskadi Feliz de Otegi

Se ha liado una buena en Zizur Mayor a raíz de que el concejal de Geroa Bai Andoni Serrano diera, vía Twitter, un «ongi etorri» a un nuevo establecimiento de Burger King en un polígono industrial de esta localidad del área metropolitana de Pamplona. Entre las respuestas que recibe figuran las de dietistas preocupados por la comida rápida pero también muchas de personas cercanas a la izquierda abertzale que utilizan una serie de dogmas que recuerdan a aquel grito de Otegi reclamando una Euskadi Feliz sin hamburgueserías ni conexiones a Internet.

Esta fue la frase completa del entonces secretario general de Batasuna en la película «La pelota vasca, la piel contra la piedra»:

Pensamos que el día en que en Lekeitio o en Zubieta se coma en hamburgueserías y se oiga música rock americana, y todo el mundo vista ropa americana, y deje de hablar su lengua para hablar ingés, y todo el mundo esté, en vez de estar contemplando los montes, funcionando con internet, pues para nosotros ese será un mundo tan aburrido tan aburrido que no merecerá la pena vivir.

A tenor de los hechos, esa Euskadi Feliz está desapareciendo y la sensación de derrota que puede tener Otegi hoy, más de 15 años después de que hiciera esa afirmación, tiene que ser muy amarga. El País Vasco (y Navarra) se ha llenado de Burger King y McDonald’s y el 90% de la población está conectada a Internet, por si fuera poco permanentemente a través de su móvil. Incluso ha abierto una cadena de hamburguesas con un nombre tan vasco como Goiko Grill.

Hasta Otegi tiene Twitter, aunque ha preferido no intervenir en este caso, quizás por considerarlo de política «menor», pese a estar radicado en un municipio apellidado «Mayor». Sí que han participado otros tuiteros próximos ideológicamente al actual líder de Bildu, con argumentos sobre la baja calidad de los 30 puestos de trabajo a crear, la mala calidad de la comida rápida, las afecciones sobre los negocios locales más tradicionales, o la supuesta suciedad que generan los «autokingers» en la vía pública».

Pese a los esfuerzos, en ocasiones plasmados incluso en manifestaciones vecinales, de algunos para evitar esta «americanización» (más bien «estandarización») de Euskadi, lo cierto es que la sociedad vasca no es muy distinta de la alemana o rusa. Le gusta lo cómodo y lo económico, viajar por el mundo (ahora lo llaman turistificación o gentrificación) y prefiere estar conectada en tiempo real con el resto de seres humanos y no solo con los de su valle.

Para captar un puñado de votos, la izquierda abertzale (y también la española de Podemos) está utilizando toda una serie de dogmas contra las franquicias americanas con empleos mileuristas, los turistas o incluso la enseñanza en inglés. Pero es una batalla perdida. Cuando gobiernan, que a veces ocurre, saben que son mejores 30 trabajadores precarios que 30 parados y que cada día hay más votantes de origen latino o magrebí que con ocho apellidos vascos.

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