Ainara Beobide (Lavándula Cosmética): «Nuestro proyecto era ocio y se convirtió en trabajo»
|Ainara Beobide (Ubide, 1979) estudió educación infantil y ha hecho de todo antes de emprender. Su proyecto, Lavándula Cosmética, en el que le acompaña Ainhoa Aranburuzabala, empezó como un hobby y se ha convertido en empresa.
Esta es su historia:
- Las dos socias de Lavándula coincidieron en Ubide, un pueblo de menos de 200 habitantes en el que no hay tantas cosas que hacer. Así que aprender una nueva labor que pudiera ser relajante a la par que útil parecía una alternativa de ocio razonable. «En Ubide los inviernos son largos, así que nos juntábamos para hacer jabones. Primero eran para consumo propio y después, a sugerencia de la ama de mi socia, empezamos a venderlos en eventos locales y, con el tiempo, en ferias de otros pueblos. La gente nos los compraba y eso nos fue animando a producir más e incluso a probar con nuevos productos. Y al final el ocio se convirtió en trabajo», explicó.
- El cliente tipo de Lavándula es una mujer de entre 28 y 65 años. Como compraba jabones, Beobide y Aranburuzabala decidieron probar también con cremas hidratantes. «Creo que el éxito se debe a que a la gente le generamos confianza porque les explicamos y les asesoramos mucho. Las cremas son más caras pero también nos las quitan de las manos. Y al final hemos visto que podíamos vivir de esto. Nos dio un poco de vértigo pero decidimos lanzarnos a la piscina. Hemos invertido 120.000 euros con ayuda de Elkargi para reformar el local y comprar algo de maquinaria», explicó.
- Lavándula es hoy un laboratorio de cosmética nautral con base en una zona rural. Se inauguró en marzo de 2020, en vísperas del confinamiento, y ya da de comer a sus dos socias e incluso a una ingeniera química a tiempo parcial. «Tenemos que hacer de todo, desde producir hasta vender, y la Agencia del Medicamento nos exige realizar análisis periódicos. Comercializamos directamente en la fábrica de Otxandio, por Internet y en tiendas de herboristería. Nos llaman mucho los de Amazon pero nos negamos porque supondría perder nuestra filosofía. Y seguimos con vértigo porque no todos los días se vende bien. A veces se echa de menos la seguridad de la nómina pero el resto son todo satisfacciones. Sobre todo, el orgullo de haber tenido el valor de montar algo desde cero», explicó.