La guerra de las mascarillas

La carencia de mascarillas en los hospitales trae de cabeza a gran parte de los servicios sanitarios españoles, salvo al vasco, que al parecer tiene de sobra. Y es que en 2009 el entonces consejero de Sanidad, Gabriel Inclán, hizo una compra masiva, por el procedimiento de urgencia, de este tipo de producto en previsión de una fuerte epidemia de gripe A. En concreto, por 4,1 millones de euros, se adquirieron 60 millones de mascarillas y 49,5 millones de pares de guantes de látex a la firma andaluza Dispotex que llegaron en 50 camiones.

Sobraron la mayoría, 47 millones, que después se tuvieron que malvender por 40.000 euros (menos de un céntimo por unidad) a un empresario de Miranda de Ebro, José Manuel Novoa, propietario de una firma de sacos y embalajes. El PSE, que entonces había tomado el poder en Lakua, aprovechó la ocasión para criticar la gestión del PNV en Osakidetza. No sería la primera vez, dada la mala relación del entonces consejero Rafael Bengoa con la que había sido alta cúpula sanitaria del Ejecutivo anterior.

Sea como fuere, el Gobierno Vasco se quedó con 13 millones de mascarillas que parece que todavía duran. Y es que en el Registro de Contratos no aparece ninguna otra licitación de este tipo de productos en los últimos años, salvo una de 2015 del Departamento de Seguridad. En concreto, se trata de una compra de mascarillas autofiltrantes con carbón activo por importe de 8.000 euros.

El adjudicatario es Sibol, la única compañía que fabrica este tipo de productos en Euskadi (y en España) y que actualmente es de capital italiano. Recientemente se supo que esta misma empresa tiene toda su producción bloqueada hasta julio por dos pedidos de la Comunidad de Madrid y de Osakidetza, este último de 500.000 unidades, aunque no consta nada de él en el Registro de Licitaciones del Gobierno Vasco.

Esta compra va a traer cola, ya que el estado de alarma permite a las fuerzas de seguridad incautar este tipo de productos para su reparto entre los diferentes servicios sanitarios españoles. La reciente confiscación de 70.000 mascarillas en Jaén para su envío a Madrid ha generado, de hecho, alarma en Andalucía, a donde teóricamente estaban destinadas. En principio, el Gobierno Vasco solo quiere compartir su medio millón con los gallegos.

¿Y Dispotex, la firma que le vendió los 60 millones de mascarillas a Inclán, no fabrica? Puede ser que entonces lo hiciera. Pero hoy en día parece que, bajo el nombre de Cardiva, se limita a distribuir productos importados de China. Su sede central está en Alcobendas, aunque recientemente inauguró un almacén en Zamudio de la mano del lehendakari y de su máximo accionista, Ignacio Vega Quílez. Y su gerente fue jefe de Compras del Hospital de Cruces en los años noventa.

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