Ser emprendedor no es tan sexy como parece

Emprender es la profesión de moda. El sexo contrario mira al o a la que emprende con ojos de impresión, de libertad y hasta de deseo. Y el resto admiran que alguien se atreva a crear una startup y salir de su zona de confort. Hasta los políticos los miran con ojos benevolentes porque… ¡crean empleo y nos van a sacar de la crisis! Pero las apariencias engañan.


Ya he escrito varias veces sobre el tema. El que se meta en esto para conocer a gente o para sentirse realizado como persona, es mejor que invierta sus dineros en otro sitio y que se haga misionero o político. Estoy seguro de que hay muchas profesiones en las que se liga más. Sobre todo, porque los emprendedores no tienen tiempo para nada que no sea su startup. Y si lo tienen, mala señal.

Crear una startup es muy duro. No se puede explicar con palabras lo que supone tirar de un barco del que van a depender varias personas que, esas sí, pase lo que pase, tienen que cobrar todos los meses. No se puede describir la sensación de soledad que se puede sufrir cada día que al emprendedor le toca quedarse hasta las tantas para terminar un proyecto urgente. O los fines de semana que se convierten en eternos lunes.

Por no hablar de lo enormemente difícil que es asumir el fracaso de una startup en una sociedad que solo quiere saber de éxitos. Y el que para mí es (ha sido) el caso más delicado: cómo acabar delicadamente con ese gusano-empleado (mal fichaje) que amenaza con pudrir toda la manzana? Eso requiere tanta arte que ni el emprendedor más talentoso…

¿Se puede cambiar el mundo desde una startup? Quizás los fundadores de Google o Facebook, en cierta medida, lo han hecho. Pero para muchos, emprender les ha fastidiado muchos años de sus vidas, cuando no les ha podido arruinar financieramente. De todo he conocido. Además, los emprendedores solo invitan a los clientes potenciales, con lo que a la larga pierden incluso amistades que ya tenían de antes.

Todo el mundo lo dice: para ser emprendedor hay que ser un poco inocente. Por regla general, es más rentable casi cualquier otra actividad. Si tu objetivo es hacerte muy muy rico, puede que ésta sea tu mejor salida (las otras son ilegales). Si quieres cambiar el mundo para hacerlo algo más abierto, es cierto que todavía hay algún monopolio por liquidar. Pero si tu objetivo era parecer más sexy, olvídate.

Y si ya eres emprendedor y necesitas una cierta cura de humildad, pásate por el banco. Solo allí te pondrán en tu sitio: tienes el mismo crédito que un parado. ¿Sexy? A mí me gusta, en cualquier caso 😉

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