Precios de los hoteles en Bilbao: si hubiera más pisos turísticos, no habría habido tanta inflación

Al diputado general de Bizkaia y al alcalde de Bilbao se les caen ahora los anillos por las subidas de precios que los establecimientos turísticos han realizado coincidiendo con las finales europeas de rugby. Es una pena que sean ellos mismos los que han promovido una regulación que ha impedido precisamente que tuvieran más competencia a través de los apartamentos turísticos tipo Airbnb.


Un resultado evidente de la ley de la oferta y la demanda, el fundamento esencial de la economía, es que si hay mucha gente buscando plazas hoteleras y pocos establecimientos, los precios suben. Y es que los operadores buscan lógicamente maximizar su beneficio para rentabilizar la inversión realizada.

Dado que la demanda es difícilmente regulable una vez generada (los extranjeros que venían a Bilbao para ver las finales), la única opción que existe para evitar la inflación de precios es disponer de mayor oferta de camas. Y como un hotel no se puede abrir de la noche a la mañana, la única posibilidad real es conseguir que más ciudadanos conviertan sus casas en establecimientos turísticos.

Pero hete aquí que el Ayuntamiento de Bilbao había prohibido, precisamente hace unos meses, convertir una vivienda en un alojamiento tipo airbnb, obedeciendo probablemente a las presiones de la industria o a criterios intervencionistas basados más en el buenismo que en criterios económicos. De aquellos barros estos lodos, que dice el refrán.

Espero que esta lección sirva cuando menos para que todos aprendamos algo de economía y de la importancia que tiene dejar que el mercado funcione libremente. Y esto lo venía diciendo la Autoridad Vasca de la Competencia, al menos en tiempos de Pilar Canedo, y lo recordó hace apenas unos días la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, que ha cuestionado la legalidad de la normativa sobre pisos turísticos por vulnerar la libre competencia.

Esto dijo Pilar Canedo:

A los ciudadanos nos interesa que exista la mayor posibilidad de oferta. La limitación de las alternativas a las ofertas tradicionales es negativa. La administración va demasiado despacio a la hora de aceptar ese cambio social.

Espero que Juan Mari Aburto, a la vista de lo sucedido, rectifique, y permita que cualquier bilbaíno pueda convertir su casa en un alojamiento turístico. Esta mayor competencia evitará futuros sustos como el de las finales de rugby, que empañan todo el esfuerzo hecho por las administraciones para atraer estos eventos y satisfacer a nuestros visitantes. Menos regulación y más libertad.

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