Mauricio Lizarazo (Osteophoenix): «Yo era odontólogo y ahora soy empresario»

El azar llevó al odontólogo colombiano Mauricio Lizarazo (Bucaramanga, 1963) a hacer un doctorado de biología celular en la Universidad del País Vasco. Pero no llegó a terminarlo, porque en medio le surgió la posibilidad de ser empresario. Y ahí sigue innovando a nivel mundial en tecnologías de regeneración de tejidos a través de la startup Osteophoenix, que está a punto de dar un salto cualitativo. Lo explicó en esta entrevista.

  • Su tecnología de regeneración de tejidos incluye la impresión en 3D en titanio de un dispositivo que se introduce en el cuerpo humano durante el tiempo necesario para que el coágulo de sangre del paciente actúe. Se empezó a aplicar en la boca para regenerar hueso y facilitar la implantación de piezas dentales, pero también se ha utilizado con un trozo de dedo y para lesiones de cráneo. «Con el tiempo, la impresión de órganos a medida será una realidad», aventuró desde su conocimiento de esta tecnología.
  • El desarrollo de esta tecnología ha exigido mucho tiempo de certificaciones y registros de patentes. «Solo las patentes nos han exigido una inversión de 40.000 euros, a los que hay que sumar otros 50.000 euros para EE.UU. Estuvimos a punto de arruinar todo el proyecto por no habernos asesorado bien», explicó.
  • Osteophoenix empezó a España y ya se ha expandido por Italia y Francia y está preparando el terreno para hacerlo en EE.UU., donde se ha aliado con un grupo de odontólogos. Para financiar esta expansión ha abierto un crowdfunding de 50.000 euros, aunque posteriormente iniciará una ronda de inversión de hasta un millón de euros. «El crowdfunding nos prepara para dar el siguiente paso», explicó.
  • La startup lleva ya siete años en marcha, durante los cuales ha invertido 2,5 millones en tecnología y adecuación de locales, y cuenta con una plantilla de 15 personas. «Las instituciones locales nos han apoyado de forma generosa. En Euskadi las cosas se planifican a largo plazo», explicó agradecido.
  • En lo que a emprender se refiere, Lizarazo es un vivo ejemplo de los momentos difíciles que se deben atravesar. «Lo que estábamos haciendo en la universidad era muy rompedor, por lo que no teníamos dudas de que había que convertirlo en negocio. Hacer esta empresa se convirtió en mi sueño. No lo dudé un momento, pero ha sido muy duro. Tuvimos (también su mujer) que dejar las consultas, que daban dinero, para dedicarnos en exclusiva a Osteophoenix. Luego fuimos viendo que iban pasando los años y no facturábamos. Hasta que un día llega la inspectora de la Agencia Española del Medicamento y nos echa atrás las instalaciones. No tienes de dónde tirar. Nos ha tocado aguantar mucho, ser resilientes», explicó.

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