Los casos Uber y Google News demuestran que España es un mal país para innovar

Cada día estoy más convencido de que España es el peor país para vender innovación. La ilegalización «cautelar» de Uber y las presiones público-privadas contra Google que han derivado en la supresión del servicio Google News demuestran que en este país mandan las viejas castas y que los negocios disruptivos es mejor montarlos en otros puntos del mundo. Esto explica por qué los costes del personal con formación son tan bajos en España y por qué se crean tan pocas startups, pese al generoso apoyo institucional.


Hace falta una reforma de todo el sistema. Quizás resetearlo, como defendía el economista Schumpeter, el gran teórico de la «destrucción creativa». No es posible que el poder de los periódicos, estructuras centenarias con un negocio que está en plena capa caída, sean capaces de cambiar voluntades con su presión informativa, eso que algunos denominan chantaje.

Tampoco es de recibo que los taxistas, un sector supuestamente de emprendedores cuyo único bagaje es tener en propiedad una licencia concedida por la gracia del político de turno pueda llegar a frenar en toda España las actividades de una de las startups más disruptivas del mundo. Sin olvidar que, mientras mande el mismo matón del patio, las tarifas que pagamos todos seguirán siendo abusivas, hasta el punto de tener diferencias del 132% (más del doble) de una ciudad a otra.

Aquí siguen mandando los mismos monopolios abusadores, las mismas castas, de siempre. Para cambiar el país y hacer que emprender sea algo realmente atractivo hay que empezar por modificar radicalmente las viejas estructuras económmicas y sus protagonistas. Hay que resetear España. Mientras no se haga, recomiendo emprender fuera.

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