¿Estamos ante otra burbuja bursátil? Sí y no

dotcom_bubbleUltimamente se habla mucho de la posibilidad de que hayamos entrado en una nueva burbuja bursátil, ya que los precios de compañías como Facebook, Google, Amazon o Netflix están en máximos históricos sin que sus resultados lo justifiquen por completo, y el número de startups que valen más de 10.000 millones de dólares ha pasado de 1 a 9 en solo un año. A mi juicio, sí hay algunos ámbitos en los que las expectativas se han disparado y con ellas los precios de las acciones, pero están perfectamente localizados en torno al móvil.


Lo cierto es que el desarrollo de apps se ha disparado, sin que la oferta de espacio en el smartphone se haya ampliado de la misma manera. Cada usuario tiene unas 23 aplicaciones instaladas en su móvil de media y esta cantidad no varía, por lo que el precio de las campañas de marketing para captar «clientes» se ha multiplicado.

El coste por instalación, una variable muy utilizada en el sector, se ha duplicado en los últimos 18 meses y nada parece frenarlo. Es un fenómeno que en Internet se empezó a denominar «economía de la atención», cuando se decía que los usuarios solo accederíamos a uno o dos «portales» al día, y que ahora se ha trasladado al móvil. Y sí, recuerda mucho a la burbuja de principios de siglo.

Es una circunstancia real y se retroalimenta. Cuando más interés hay por el móvil, más publicidad se compra y, por ende, más se inflan los resultados de los tres líderes: Google, Facebook y Apple. De hecho, la publicación Business Insider ha calculado que el 30% de las inversiones publicitarias en el móvil en 2014 fueron destinadas exclusivamente a la captación de instalaciones de apps. Y creo que se han quedado cortos.

Esto se refleja en las cotizaciones bursátiles de las tres compañías ya citadas, que no han dejado de crecer. Especialmente la de Facebook, cuyo negocio está especialmente centrado en la publicidad en móvil. Pero hay que reconocer que otras compañías también han vivido importantes subidas bursátiles sin estar tan centradas en lo que ocurre en los smartphones. Veamos algunos casos:

– Linkedin. Es una empresa muy rentable cuyos ingresos provienen fundamentalmente de la selección de personal y de las suscripciones de los usuarios. Tiene un modelo de negocio muy sano, si bien es cierto que no está siendo capaz de ampliarlo a nuevos ámbitos, por lo que últimamente su acción se ha visto muy penalizada (caída del 20% en un solo día). A mí me ha dejado de atraer.

– Netflix. Vende contenidos audiovisuales distribuidos exclusivamente a través de Internet, por lo que sus principales competidores son de hecho las compañías de cable y telecomunicaciones. Y las está triturando, ya que no solo ha sido capaz de emitir programas y películas sino incluso de crearlos utilizando tecnologías de big data. Es un modelo también muy sano y la única incertidumbre que puede tener es que las barreras de entrada son relativamente bajas. Sirva de ejemplo que sus servidores son de Amazon.

– Amazon. Es mi empresa favorita. Es conocida por liderar el comercio electrónico en el mundo, pero su principal negocio, en términos de margen, es hoy el de la venta de hosting. Ha sabido, por tanto, reinventarse a sí misma. Y no solo en ese campo. También lanzó con éxito una línea de hardware con servicios de suscripción, el Kindle, que le permite competir con Apple.

– Salesforce. El auténtico líder en Software as a Service (Saas) o servicios en la nube, hasta el punto de convertirse en un bocado apetecible para todos los grandes del sector y especialmente Microsoft. Su única rémora es que solo vende a empresas, lo que le resta mucha capacidad de crecimiento y potencial alcista. En cualquier caso, un auténtico líder.

Sirvan todos estos casos para demostrar que la burbuja afecta a algunas compañías pero no a todas las tecnológicas. Véase en este sentido lo que ocurre con Yelp o con Twitter. Es cierto que su cotización en relación a beneficios es muy superior a la de compañías tradicionales pero esto es lógico. Las tecnológicas crecen a un ritmo mayor y van poco a poco entrando en otros terrenos otrora reservados para firmas clásicas. Es lo que ha ocurrido en el sector turístico con los Uber o Airbnb, startups participadas por cierto por grandes de la tecnología como Google.

Al margen de la movilidad, donde sí ha hay una cierta burbuja es en la financiación de nuevas startups, que están alcanzando muy pronto valoraciones que superan los 1.000 millones de dólares. Esto no tiene mucho sentido y se basa exclusivamente en el éxito que han tenido firmas como Uber o Airbnb, de difícil repetición e incluso sostenibilidad. También hay ciertas perspectivas de compra de estas startups por parte de los grandes, pero esto se me antoja complicado.

En la financiación (capital semilla y riesgo) sí que veo en breve un colapso repentino que vendrá sucedido de mayores dificultades para lanzar nuevos proyectos. A las pruebas me remito: el boom inmobiliario del Silicon Valley o la reciente subida de precios de los informáticos, que ha llegado incluso a España. Los negocios tecnológicos cada día se van a parecer más a los tradicionales, también en su financiación.

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