Descuélgate el cartel de prófugo de las deudas y busca tu préstamo en la Red

Si resulta que cunde una especie de “Se busca” en la Asociación Nacional de Entidades de Financiación (ASNEF) que te ha incluido en su listado de morosos y, por lo tanto, las entidades financieras te consideran el peor postor para optar a un crédito, puede que te interese ahondar en las posibilidades que te ofrecen las empresas que conceden minicréditos, pues a éstas les hace cosquillas el detalle de que tu nombre conste en esa lista negra de personajes de trato a evitar. Así que si éste es tu caso, descuélgate el cartel de prófugo de las deudas y busca tu préstamo en la Red.


Estas empresas que pululan por Internet no desean marginar a nadie tan solo porque éste haya ido a parar con sus huesos a esa especie de cárcel crediticia como son los listados de morosos. De hecho, aunque es cierto que en muchos casos esa inclusión está motivada, otras veces tal inclusión obedece a discrepancias entre acreedor y deudor en las que resulta difícil esclarecer de qué lado está la razón, puesto que ante una simple reclamación económica planteada por una compañía teleoperadora corremos el riesgo de acabar integrando esta lista, a pesar de que nuestra legítima negativa a abonar la deuda se deba al descontento con el servicio prestado. En estos casos, el acreedor juega su baza. Sí, la de mandarnos a esa Siberia donde salimos perdiendo cada vez que nos batimos con el banco en busca de “su bondad”.

Así, el registro de datos que proporciona Asnef es consultado por las entidades financieras para ponerse al corriente de las posibles deudas de un cliente que le demanda un préstamo. Por lo tanto, resulta vital no acabar fondeado en semejante listado por las repercusiones crediticias que puede ocasionarnos.

Desde luego, deberíamos tratar de eludir ese listado dialogando al máximo con el acreedor y seguir todos los pasos necesarios para borrar nuestro nombre una vez que hayamos caído “en desgracia”. En estos casos, quizás debiéramos recurrir ante una Oficina Municipal de Información al Consumidor (OMIC) y dejar patente nuestra queja reclamando una rectificación de estos datos. También podemos decantarnos por plegarnos al requerimiento de la empresa acreedora y pagar la cantidad que se nos exige, ya sea por hartazgo mezclado con desesperación o por considerar finalmente que ésta tenía razón.

Asimismo, se puede ejercer nuestro derecho a la oposición, lo que se conoce como «derechos ARCO» (acceso, rectificación, cancelación y oposición) y que contempla la Ley Orgánica 15/1999 de Protección de Datos de Carácter Personal. Dicho derecho se sustanciará con un formulario que deberemos de solicitar a la Agencia de Protección de Datos; nuestro caballero andante en estos frentes donde nuestro honor de buen pagador anda en entredicho.

Sin embargo, si la Asnef considera poco fundamentado nuestro alegato defensor, seguiremos morando en esa lista unos años más. Concretamente seis, pues ese es el máximo de tiempo que estipula la Ley de Protección de Datos y una vez concluido ese tiempo, deja de ser visible nuestro nombre en el dichoso registro.

Somos conscientes de que podemos lograr tal hazaña o no. Por lo tanto, si no conseguimos dejar nuestro nombre limpio como la patena y tentar, así, las entidades bancarias en busca de un préstamo, resulta sensato estar al tanto de la existencia de otros métodos para recabar liquidez que pasan por alto el hecho de que estemos incursos en esa lista.

No en vano, Internet es cuna de muchas firmas dedicadas a tal menester como los prestamistas Wonga o Cashper que nos prestan dinero (un máximo de 500 o 600 euros), cuya devolución deberá consumarse en un período de treinta días. Además, su petición es rápida y podemos disponer de ese minicrédito en una hora tras solicitarlo on line, a través de un SMS o por Fax. Constatarás que estas empresas no ponen objeciones a tu presencia en ese registro, así que ve rumiando en qué vas a invertirlo porque el dinero ya está en camino.

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