Sobre los inodoros del personal de Lantik

La Cadena Ser se ha hecho eco hace unos días de un concurso público de suministro y mantenimiento de 32 tapas automáticas de inodoros, a razón de algo más de 500 euros por unidad y año, para las oficinas de la sociedad foral vizcaína Lantik, que gestiona la informática de la Diputación. Un objetivo higiénico, pues se trata de poder cambiar automáticamente la funda sobre la que se posan los traseros del personal de esta sociedad, pero que el Partido Popular describe como un lujo. ¡Analicemos el tema!


La compra de los aparatos en cuestión, de la marca Hygolet, está justificada por supuestas razones ecológicas (evita el consumo de celulosa) y de servicio (evita atascos). Y es verdad que, a la hora de utilizar baños públicos, no somos pocos los que hacemos equilibrios para colocar trozos de papel higiénico que separen nuestros traseros de la taza y que luego terminan en el inodoro.

Pero también es cierto que 16.000 euros al año para algo que nadie tiene en su propia casa es algo cuando menos discutible. Si tenemos en cuenta que Lantik tuvo en 2017 unos 216 empleados, que trabajan 1.592 horas al año, esto supuso unos 199 días efectivos. Suponiendo que cada persona utiliza este inodoro una vez al día, el coste por uso alcanza los 37 céntimos. A mi juicio, no es una cantidad relevante.

Más me preocupa la partida de gastos de personal de Lantik, por las enormes distancias que marca sobre lo que ocurre en la empresa informática vizcaína media. Hay que tener en cuenta que en 2017 esta sociedad pública abonó 12,6 millones de euros en sueldos a un total de 216,13 trabajadores, lo que hace un total de 58.300 euros.

Si quitamos la seguridad social (aproximadamente un 31%), se nos queda en algo más de 40.000 euros por persona. ¿Es mucho o poco? Para comparar estos datos con los de la empresa privada, he tomado las cuentas anuales del grupo vizcaíno Global Dominion Access, que gastó en personal 238,7 millones de euros en 2017. Como aseguraba tener unos 8.000 trabajadores, sale a una media de casi 30.000 euros, que quitando seguridad social se quedan en algo más de 20.000 euros.

Dicho de otra manera: el trabajador medio de Lantik cobra el doble que su homólogo en el sector privado. ¿Es esto razonable? A mi juicio, no tiene ningún sentido y solo se justifica por una constante cesión de derechos por parte de los gestores de sociedades públicas como Lantik, que en muchos casos han seguido más el criterio de evitar ruidos que el de la eficacia económica.

Si se suma a esta dualidad el hecho de que los despidos en este tipo de empresas son prácticamente imposibles, hay que dejar constancia de que estamos creando una dualidad en la sociedad que a la larga nos va a pasar factura. Primero porque genera ciudadanos de primera (los que trabajan en sociedades públicas) y de segunda (los que lo hacen en el sector privado), que nada tienen que ver con la justicia social. Digamos que así nacen las revoluciones.

En segundo lugar, porque económicamente no es eficiente. Lantik lograría probablemente los mismos resultados si fuera una sociedad privada pero con la mitad de gastos de personal, lo que significa que los contribuyentes vascos tienen que pagar el doble de impuestos para mantener una estructura de castas. Y lo malo es que este sistema tan injusto e ineficiente no va a mejor sino a peor.

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