¿Sería legal en España despedir a un empleado por sus comentarios machistas?

En EE.UU. se ha abierto un intenso debate en torno al despido de James Damore, un ingeniero de Google que había redactado un manifiesto poniendo en duda la capacidad de las mujeres para trabajar en puestos técnicos. Al margen de la opinión de cada uno sobre lo expresado por el ahora famoso ex-empleado, son muchos los que han criticado la expulsión en sí. ¿Sería legal hacerla en España?


Lo cierto es que sí, aunque sería evidentemente un despido improcedente, con su correspondiente indemnización de 33 días por año trabajado. Que un trabajador haya redactado un manifiesto con el que la empresa no está de acuerdo no faculta al empleador para expulsarle de manera disciplinaria. Cualquier juez lo tumbaría.

Y no es que la libertad de expresión avale al empleado, sino que el despido disciplinario, que no conlleva indemnización, está muy acotado y solo puede realizarse si se ha producido previamente una causa que lo justifique (artículo 54 de Estatuto de los Trabajadores). Sería el caso de alguien que llega reiteradamente tarde a la oficina, del que pega o insulta a su jefe, del que acude a su puesto pero no rinde o del que lo hace borracho.

Es cierto que la ley habla de «la transgresión de la buena fe contractual» como una posible causa pero no parece que la publicación de un manifiesto con opiniones personales pueda encajar ahí. Tendría que ser por tanto un despido disciplinario, la misma modalidad que se utiliza en España para quitarse de en medio a cualquiera que molesta o para el que existe un sustituto más apetecible.

Google expulsó a Demore por «vulnerar el código de conducta de la empresa», lo que podría expresar de alguna manera esa «transgresión de la buena fe contractual» de la legislación española. Pero habría que probar muchas cosas para que esta circunstancia pudiera ser aceptada como un despido disciplinario.

Por de pronto, un código de conducta que impide redactar manifiestos sería por sí mismo nulo, por vulnerar derechos fundamentales como la libertad de expresión. A mi juicio, la alegación de Google colaría en un despido improcedente, pero nunca jamás en uno disciplinario.

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